La excelente realización de Roberto Ontiveros no puede ocultar que la tercera edición de “Gran Hermano” llega en un momento en el que la audiencia está saturada de todas las versiones del concurso de Endemol. Con canciones y sin ellas, en hoteles o en la selva, las principales cadenas españolas nos tienen bien servidos de concursos y vidas de “gente corriente” que busca la fama.
El día del estreno, en el que el principal gancho era la vuelta de Pepe Navarro a Tele 5, la presentación de los doce habitantes de la casa de Guadalix de la Sierra tuvo una puesta en escena muy trabajada que dejaba al descubierto las escasas novedades del producto. Los concursantes han sido elegidos para que se combine lo que el público espera. Tenemos un representante del mundo rural que hace un papel que recuerda a Paco Martínez Soria, aunque en realidad sea un hábil promocionador de su bar “La catedral del bocadillo” de Cintruénigo, Navarra, y sepa qué hacer con los animales. Jacinto es la boina al servicio de la buena convivencia.
Hay guapos como Oscar el de Puertollano, desubicados como Kiko el madrileño y simpáticos como Jorge el gaditano. Candi es la deportista, Patricia la guapa, Carolina la sexy y Andrés el “stripper”. Dicen que hay un gay que aún está en el armario, y puede que entre los participantes haya alguna sorpresa que le dé un poco de morbo a la casa.
De momento, sin embargo, lo único que se ha podido apreciar es que Pepe Navarro va a acabar a la sombra de Sardá y que van a tener que trabajar mucho el guión los de Zeppelin para que Tele 5 remonte durante los próximos meses su estado de cuentas. El jueves tuvimos las cuatro primeras horas de “Gran Hermano” de la mano de Pepe Navarro y Javier Sardá”, verdadero motor del cotilleo de un concurso que no parece estar en las mejores condiciones para batir records.
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