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Encarna Jiménez

Tormenta (de ideas) sobre RTVE

En verano la gente ve mucho menos la televisión, pero los políticos y economistas hablan mucho más de ella. Este parece ser el momento elegido por algunos periódicos, economistas de prestigio y miembros autorizados de los principales partidos políticos para proponer soluciones para la situación comatosa de la radio y televisión públicas. Preocupado como está el Gobierno de Aznar por ver cómo para los golpes en el área económica, encontrar la manera de que RTVE no sea el fardo que acabe desequilibrando las cuentas y aumentando el déficit es, si no una prioridad, un asunto de primer orden.

El diario ABC lleva una campaña tenaz en defensa del plan de la SEPI en el que se incluye convertir a la primera cadena de TVE en una empresa comercial que viva lo más que pueda de la publicidad y sea privatizada en un plazo no demasiado largo. Don José Barea, en distintos artículos en “La Razón”, ofrece los mecanismos para que esto se pueda llevar a cabo, en términos diferentes a los que plantea la SEPI. Maragall ha salido con la misma propuesta, aunque con un matiz sospechoso: el centro regional de TVE en Cataluña tiene que ser potenciado. Javier González Ferrari está callado, después de su incoherente actuación. Entretanto, Extremadura y Castilla-La Mancha preparan sus propias televisiones públicas.

Si Maragall, que suele estar en sintonía con Jordi Sevilla, habla, hay que pensar que lo de la privatización de “La Primera” de TVE es algo que suena razonable, pero que no es la última palabra en el PSOE. Para llevarle la contraria ya están los “barones”, que no quieren prescindir de una herramienta manipuladora de conciencias y votos. Por su parte, el Partido Popular no acaba de hincarle el diente a este asunto. Por un lado, habla de definir el modelo de televisión pública y, por otro, sólo encuentra mecanismos para crear segundas cadenas que lavan la cara pero no los números. Cada vez hay más empleados en medios públicos y cada vez está más cerrado el control de los mismos.

Por ponernos en lo peor, que suele ser lo que ocurre en las televisiones públicas, se vislumbra una tendencia a que municipios y comunidades autónomas mangoneen en sus territorios, mientras en el Parlamento español se divaga sobre planes que nunca se llevarán a cabo, o que, debidamente maquillados, se presenten como soluciones de consenso. Cuando llegue septiembre y todos los que están de vacaciones, sobre todo los sindicatos de RTVE, vuelvan a ejercer presión, tendremos más que palabras y planes, volveremos a encontrarnos con propuestas absurdas en las que nadie hace lo que dice, ni dicen lo que hacen en sus respectivos territorios. Los políticos sólo están dispuestos a plantear las soluciones que no les afecten, y eso es la cuadratura del círculo vicioso en el que por mandar en un telediario son capaces de hacer que paguemos lo que no está escrito, ni siquiera en verano.

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