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Encarna Jiménez

TVE: las cuentas imposibles

Desde que Franco inauguró los primeros estudios de TVE hasta la última comparecencia de González Ferrari, la relación entre la televisión pública y el dinero, también público, ha sido más que curiosa. En la primera época se hacían programas casi con pedales, pero el tratamiento a los invitados era de lujo. Posteriormente se recortaron gastos suntuarios, pero empezó a complicarse el organigrama y la producción y a enmarañarse la red entre jefes, sindicatos, cesantes y empresas. En los 80, la cosa se salió de madre y ya nadie sabía si la culpa era de la política, de la programación más elitista de la Miró, de las trapacerías de Calviño, del entramado de recursos humanos y técnicos o de la compra de derechos de productos extranjeros.

Las cifras se iban multiplicando, y tenían todos los “agentes” tanto que “negociar”, que no había manera de que los números se interpretaran de una manera clara. Faltaban las privadas para que TVE empezara a querer ser comercial con ventaja y sin grandes méritos. Ahora, en el 2001 TVE debe 686.037 millones, y como parece que son pocos, en los últimos tres meses ya hemos acumulado unas pérdidas de 3l.874 millones para ver si llegamos a los 800.000 antes de que acabe el año.

Uno de los mayores misterios de la economía española es cómo se pudo desmantelar todo el complejo industrial de Sagunto, por ejemplo, y no ha habido manera siquiera de clarificar las cuentas en TVE. La opacidad de los números debería llegar a su fin con la llegada de la SEPI, pero hay tantas cuentas mentirosas, y tantas mentiras sobre las cuentas, que hasta lo que parezca claro será una trampa para que los números sigan siendo un misterio.

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