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Enrique Dans

Buscando, buscando...

Aquel mundo resultaba tan contra natura, que en cuanto una empresa nos sacó de él y nos entregó búsquedas con criterios relevantes y orientadas a satisfacer nuestros deseos, la canonizamos y le entregamos nuestro corazón cual juramento de amor eterno.

El sector de los buscadores en Internet es francamente interesante. Se trata de un conjunto de compañías que se dedican a algo llamado crípticamente "infomediación", es decir, a manejar datos que no son suyos, e intentar aportar valor mediante la conversión de dichos datos en la información que un usuario busca, con una relación señal/ruido razonablemente buena. El negocio como tal ha cambiado mucho desde sus inicios: los primeros buscadores se limitaban a localizar información en función de su contenido, el que las propias páginas afirmaban contener o mediante cuentas de palabras y sencillos algoritmos de diversos tipos, y se planteaban como un servicio para atraer tráfico a una página, que se intentaba monetizar mediante el uso de publicidad.

De ese escenario inicial, de cierta ingenuidad natural, pasamos a una práctica malévola, ideada sin duda por mentes siniestras: la venta de posicionamiento. Los buscadores se convirtieron en herramientas para que el usuario encontrase no lo que le interesaba, sino aquel resultado que había pagado más por aparecer ante sus ojos. Era "el mundo al servicio del anunciante", no del usuario. Del usuario, realmente, sólo importaban sus globos oculares y su cartera. Si los resultados ofrecidos no eran relevantes, daba igual.

Aquel mundo resultaba tan contra natura, que en cuanto una empresa nos sacó de él y nos entregó búsquedas con criterios relevantes y orientadas a satisfacer nuestros deseos, la canonizamos y le entregamos nuestro corazón cual juramento de amor eterno. Así, Google se convirtió en algo imprescindible en nuestras vidas, y en una de las marcas de mayor valor. Google descubrió una "cuadratura del círculo": como utilizar la información producida por unos terceros para satisfacer las necesidades de consulta de unos cuartos, y servirles además la publicidad relevante y relacionada que unos quintos querían poner ante sus ojos. Un modelo sin duda brillantísimo, y asentado en algo muy simple: darle a cada uno lo que quería conseguir.

Tras el apabullante éxito de Google, otros buscadores tomaron nota y desarrollaron fórmulas afines: Yahoo!, MSN, Ask y algunos otros espolearon a sus cuadrillas de ingenieros, pusieron a punto sus algoritmos, y se plantaron ante el mercado con fórmulas similares a las de la compañía del logotipo multicolor, con niveles de éxito razonables, pero sin lograr amenazar una posición que Google había conseguido por méritos propios. Mientras, la empresa seguía desarrollando su misión: la de organizar toda la información del mundo, independientemente de su soporte o formato, y ponerla a disposición de sus usuarios.

El último paso en esta evolución, si nos atenemos a las noticias recientes, es que alguno de los productores de contenidos amenace con rebelarse, con romper la baraja. Ayer leí, sorprendido, como los medios tradicionales, la Asociación Mundial de Periódicos, formaba un grupo de trabajo para estudiar como imponer condiciones a los buscadores para ser indexados por ellos. Algo así como "si quieres que te deje buscar en mis contenidos, págame a mí parte de lo que obtienes". ¿Interesante? No, simplemente estúpido. Realmente, vale la penaleer la noticiaaunque sólo sea por ver hasta que punto se puede estar despistado con un tema como este. En una web formada ya por un 80% de contenidos generados por los usuarios frente a un 20% creado por empresas y medios, pretender imponer a los buscadores un modelo de reparto de beneficios para concederles a cambio el permiso de indexar tu información resulta, simplemente, suicida. La negociación es completamente desigual: la necesidad que los medios tienen del tráfico y los ingresos que los buscadores les generan es mucho mayor que la que los buscadores tienen de ese tipo de contenidos. Cuando los contenidos se cierran, pierden influencia, alcance, difusión, y languidecen, como muchos han podido experimentar en carnes propias en etapas anteriores. Muchos periódicos salen ya en los buscadores muy por debajo de páginas producidas por usuarios de a pie, por simplesbloggers.

Si no quieres salir en los buscadores, si no quieres que tus contenidos sean indexados, allá tú. Eres muy libre de desaparecer discretamente de la escena si así lo deseas. Pero pretender a estas alturas cambiar las reglas y dárselas de vedette, de indispensable es, simplemente, absurdo. Estudiar, que estudien lo que quieran. Pero el sólo hecho de que se pongan a estudiarlo muestra cómo de despistados están. Que busquen, que busquen… les hace mucha falta buscar. Están decididamente perdidos.

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