No existen demasiados estudios psiquiátricos respecto al terrorismo, cuando ese componente es fundamental. La paranoia es uno de los elementos característicos del asesino “político”. En ese sentido, la banda terrorista ha venido mostrando un especial interés en volver este año a la campaña contra los intereses turísticos y a que ello coincidiera, además, con el Consejo Europeo de Sevilla. Lo intentaron fallidamente en la Comunidad Valenciana, y han tenido “éxito” en Fuengirola y Marbella, seguramente con un comando itinerante. No se trata sólo de obtener publicidad para la banda, más allá de demostrar su capacidad operativa, en cualquier caso, mermada. Intenta también dañar los intereses económicos según una mentalidad bélica. No es preciso destacar la importancia del sector turístico dentro de la economía nacional, ni la necesidad imprescindible de un medio ambiente de paz y de sosiego para su desarrollo.
El atentado coincide con la evacuación de un comunicado-análisis de la banda, que no lo mejora, en sus niveles delirantes, ni el más estricto grupo integrista. Si no hubiera muertos y víctimas de por medio, causaría hilaridad este clima de Asterix o de Isla Barataria con la que los etarras se muestran dispuestos a acabar, si es preciso, con la Unión Europea. Y ese casticismo invertido con el que se proclama la propia irracionalidad en niveles apasionados señalando que, en ese contexto, “Euskal Herria no tiene futuro”. La negación de la realidad se establece como una reafirmación de la quimera totalitaria. Curiosa la referencia de identidades concéntricas o similares: palestinos, chechenos y kurdos. Eta viene de los iluminismos nazis de Sabino Arana y del fracaso del marxismo-leninismo, para derivar ahora a un tercermundismo estricto, casi un fundamentalismo islámico, que nada tiene que ver –por supuesto en la sociología– con esas referencias. Cualquier semejanza entre el País Vasco y Palestina es pura coincidencia.
De fondo está una de las mayores falacias actuales del nacionalismo: la capacidad de establecer una unidad. Ese espejismo sólo puede establecerse mediante el establecimiento de un enemigo común, pero no de un proyecto único. En la Euzkal Herria de Eta no cabe ni Arzalluz. El nacionalismo no es la solución, sino el problema.