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Los resultados de las elecciones vascas tienen muchas lecturas en términos relativos, pero hay una incontestable en términos absolutos: la gran derrotada de la jornada electoral es EH, el brazo político de ETA. Perder la mitad de sus escaños, quedar como cuarta fuerza política en Guipuzcoa y casi empatar con Izquierda Unida en Álava, dibuja una situación de descalabro.

Es una hipótesis verosímil que en buena medida los buenos resultados del PNV, en las tres provincias, incluida Álava, estén relacionados con los dos mensajes más claros lanzados por Ibarretxe en la última semana: una hipotética victoria del PP llevaría a un incremento de la violencia y a una supuesta legitimación de la banda y su compromiso de no pactar con Eh, lo que implica un distanciamiento respecto al pacto de Estella, se mire por donde se mire.

El electorado vasco, reeditando los espacios cerrados de nacionalistas y constitucionalistas, ha creído a Ibarretxe y su promesa de cambio, de forma que el criterio de que un aumento de la participación beneficiaba a PP y PSOE no ha resultado cierto. Por el contrario, la movilización ha beneficiado al PNV, a quien toca demostrar su imaginación y manifestar sus propuestas para acabar con la violencia, que es el mensaje más directo de los resultados electorales, donde el que se cae de la foto es Arnaldo Otegui. Nicolás Redondo Terreros queda con más capacidad de maniobra de la que se deduce de una lectura apresurada de los resultados, y a la luz de los compromisos adquiridos por Ibarretxe.