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Enrique de Diego

Defectos de forma o la miseria de la UPV

Edurne Uriarte ha sido desposeída de su cátedra por un supuesto defecto de forma tras el recurso del batasuno Francisco Letamendia. Éste no sólo ha recurrido, con esa ficción de Estado de Derecho y de democracia que hay en el País Vasco, también ha amenazado, ha insultado, ha presionado, con el respaldo de sus amigos del tiro en la nuca. Eso es un defecto de forma y de fondo.

Entre Miguel Ángel Blanco y sus asesinos no se puede mantener una actitud de equidistancia ni de indiferencia. Edurne Uriarte es mujer corajuda que está entre los que condenaron el asesinato de Miguel Ángel Blanco y Francisco Letamendia está entre los que apoya a los que le mataron tras cuarenta y ocho horas de terrible tortura.

El defecto de forma percibido por la UPV, contra el que cabe recurso contencioso-administrativo, que transcurrirá entre las coacciones habituales, es un defecto de fondo de la propia Universidad. Es la abjuración de su esencia como ámbito de libertad. Es el acallanamiento y la cobardía morales que sitúan en los umbrales, en el zaguán de la convivencia con los asesinos. Es una medida de relativismo moral, en donde el miedo se esconde detrás de la letra pequeña. Argumento de leguleyos.

Conocí a Manu Montero en el debate de investidura de Juan José Ibarretxe. Había tomado ya medidas punitivas contra constitucionalistas de su Junta de Gobierno. Había realizado una auténtica purga al viejo estilo. Era incapaz de razonar los motivos, aunque parecían obvios: se disponía a sobrevivir ante la previsible escalada nacionalista. Estaba dispuesto a ceder, también en los principios, para no correr la suerte que ha corrido Nicolás Redondo.

Luego se ha destacado en la oposición a la LOU, bajo el criterio de defender la autonomía universitaria. Recurriendo a ésta para justificar el éxito de la persecución de los terroristas contra Edurne Uriarte –a la que ya intentaron asesinar- la convierte en un principio perverso, en un modelo añadido de relativismo.

No se puede pedir a nadie ser héroe. En el País Vasco defender al libertad tiene un coste elevado, que puede llegar hasta el sacrificio de la vida. Es el terrorismo nacionalista que actúa de diversas formas, también por los vericuetos administrativos. Pero sí se puede pedir que no se sea cómplice.

La Universidad siempre luchó poco contra el totalitarismo en el siglo XX. Durante un tiempo, la UPV pareció enmendar los viejos yerros. Poco dura la alegría en la casa del pobre. Hoy la UPV está en entredicho. Sólo queda como esperanza el Estado de Derecho.


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