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No es cierta la hilarante frase de Gaspar Llamazares, que retrata al personaje, de que el PP está planteando la autodeterminación del País Vasco para “organizar bronca”. Tal cuestión, evidentemente conflictiva y reaccionaria, ha sido planteada por Ibarretxe en su debate de investidura como presidente del Gobierno vasco y reiterada por conspicuos dirigentes del PNV. La propuesta de independencia, secesión o segregación de la unidad territorial afecta al conjunto de la democracia española, a todos y cada uno de los ciudadanos, y en mayor medida que a cualquiera, por nítido imperativo constitucional, al Jefe del Estado, cuya monarquía se legitima por encarnar la unidad nacional.

Sin embargo, hasta el momento el rey no ha hecho declaración alguna en defensa de la unidad de España. Tampoco el príncipe de Asturias ni ninguna persona de la familia real, quienes viven de los presupuestos de todos los españoles. La posición arbitral del monarca no puede sostenerse cuando se cuestiona la misma existencia de la nación, de su integridad o la legitimidad de la Constitución de la que emana a su vez la situación privilegiada del rey y su familia.

Aparte de que mostraría mayor compromiso con el problema veraneando en San Sebastián que en Mallorca, pues es más importante para su función promover la unidad de España que el turismo y los deportes náuticos, cabe esperar que, si en la audiencia con Ibarretxe, éste le plantea su voluntad de ir hacia la autodeterminación del País Vasco, Juan Carlos haga una declaración pública mostrando su postura contraria a tal desvarío, como corresponde a su responsabilidad. ¿O van a tener que defender a España como sociedad abierta, con riesgo de su vida, los concejales del PP y del PSOE en el País Vasco, mientras el rey calla? Hay veces en que la familia real ha de salir de las páginas de la prensa rosa para entrar en las de la política. Pocas. Esta es con nitidez una de ellas.



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