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Enrique de Diego

Efectos perversos del “no toca”

Aznar no variará sus tiempos. Es hombre tenaz y contumaz, en sus aciertos y sus errores. Pensar otra cosa, es no conocerle. Ya se lo dijo su abuelo: prudencia, paciencia y perserverancia. Así que cuando un alto cargo popular me dice que “en las próximas elecciones el candidato será Aznar” y le respondo: “pero Aznar se va”, la réplica insiste en la eliminación de error en el jefe: “se votará más a un político que es capaz de irse”. Pensamiento circular. Obediencia ciega. Este estado de ánimo en la íntima cercanía del presidente del Gobierno no coincide con el de inquietud del segundo y tercer nivel populares, que coincide bastante más con la apreciación de Cuevas: sería conveniente nombrar al sucesor “cuanto antes”.

Lo que, subjetivamente, en la mentalidad de Aznar, tiene, sin duda, un alto contenido ético –abandonar el poder en el momento álgido de su disfrute– se está trocando en el sentir de una parte considerable de la opinión pública en un gesto de prepotencia, al reservarse el momento y la decisión. Puede ser razonable el criterio que ha llevado a Aznar a seguir estos derroteros –si el sucesor estuviera nombrado, las fidelidades se le trasvasarían, dejando a la presidencia del Gobierno en papel secundario–, pero la ausencia de sucesor limita las iniciativas de los dirigentes de su partido y, sobre todo, en el terreno de los incentivos, no favorece que nadie entre en polémica con el candidato del partido socialista.

De esto se ha beneficiado, no poco, Rodríguez Zapatero. Éste mejora cuando aproxima sus posiciones al PP. No sólo porque cuando se muestra “socialista” incide en la demagogia y el fracasado intervencionismo, también porque genera la especie, o el espejismo, de que, de alguna manera, es el sucesor de Aznar en una alternativa tranquila. Es un efecto perverso de la intención de Aznar, pero así está funcionando. Por ejemplo, sobre la sucesión habla mucho más cualquiera que no sea del PP que los populares, los directamente implicados. Bueno, estos hablan a todas horas... en privado. E incluso se percibe un cainismo de baja intensidad.

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