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Enrique de Diego

El árbol y las nueces de Polanco

Al margen de mostrar su odio a Aznar y su desprecio por Zapatero, Jesús de Polanco, quien empezara a hacer su fortuna merced a los libros de texto durante el franquismo (el mismo periodo histórico en el que su consejero delegado fue director de la televisión única), ha puesto blanco sobre negro la doctrina del poder fáctico. Para él, el error del PP es “no haberse dado cuenta de lo importante que es para la estabilidad del país el Grupo Prisa”. A los representantes de los años sesenta –tipo Cebrián y González– se les han de abrir las carnes ante esta perversión democrática. Aquello de las multinacionales cuando se llevaba la pana. O lo de los grandes grupos económicos que condicionan la política.

Más aún, este absolutismo mediático –o l’État c’est moi, versión Jesús XIV, antes del Gran Poder– deja chiquitos a los chantajes al Estado de los poderes fácticos decimonónicos, tipo Ejército o Iglesia. Ahora, para la estabilidad del país no hay riesgo de ruidos de sables sino de redacciones o de unificación de plataformas. ¡Polanco se está cargando un entrañable mercado de libertad periodística como es el de las televisiones locales generando torticeramente un canal generalista! ¿Dónde está el Estado de Derecho en España? ¿Contra Gómez de Liaño?

No hace falta ser Tusellone para analizar mínimamente el contexto histórico en el que se producen tan prepotentes declaraciones. Veamos el orden cronológico: a) Polanco firma con Arzalluz la gestión publicitaria de Euskaltelebista y el diario Deia por aquello de que el árbol debe dar nueces; b) Polanco-Cebrián-Arzalluz deciden que Nicolás Redondo Terreros debe desaparecer de la vida pública porque es un factor de estabilidad; c) Cebrián manipula al rencoroso González para que a cambio de unos durillos y algo de protagonismo llevarle como a Felipe el Hermoso como ariete de esa desestabilización; d) a Zapatero se le lanza el mensaje con esa claridad de las mafias –dicho en el mejor sentido analógico: o nos obedeces o acabamos contigo.

Así que cuando Polanco presume de desestabilizador lo hace más que por su actividad de zapa en las movilizaciones del sector educativo (a las redacciones de Prisa se han mandado consignas que parecen auténticos partes de guerra) a la cuestión nuclear –y trágica– del País Vasco. Pero, a día de hoy, el “estos son mis poderes” de Polanco Gil Robles, entrando de lleno en el viejo delito de lesa majestad o lesa patria, implica una cierta pérdida del sentido de la realidad. Prisa es clave, sobre todo, para la estabilidad del PSOE. Y lo que está desestabilizando a marchas forzadas es al partido socialista.

Pero lo que está intentando desestabilizar es España y lo intentará más en la medida en que su monopolio crezca. Puestos en términos patrióticos, desde hoy dejo de comprar “El País”. Aunque es prácticamente desconocido, el monopolio se está consolidando en sectores como el de la distribución de prensa, con el concurso de los medios supuestamente de centro-derecha, porque lo que ha intentado el PP ha sido reproducir un clon de Prisa, con sus defectos y sin sus escasas virtudes.

Después de las declaraciones de Polanco, queda plenamente confirmada la tesis mantenida, contra viento y marea, en solitario, por Federico Jiménez Losantos de que Prisa y los exfranquistas que la dirigen son un factor de desestabilización de la convivencia común, liberticidas, enemigos de la libertad. Lo ha dicho Polanco. ¿Quién más autorizado que él para desenmascararse? Lo que dijo Lord Acton –"el poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente"– no se refiere –no sólo– a lo económico, sino a lo moral. Prisa bien vale la destrucción de España.


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