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Enrique de Diego

El inútil de Solana y el chusquero Trillo

Para los que --a tenor de su gestión en los gobiernos de González-- siempre hemos considerado un perfecto inútil a Javier Solana, la estúpida tragedia del “síndrome de los Balcanes” nos pilla menos de sorpresa que al resto. El acceso de Solana a la secretaría general de la OTAN se produjo por uno de esos curiosos y tortuosos esquemas mentales según el cual la presencia al frente de la Alianza Atlántica de un hombre de izquierdas que había hecho campaña contra la OTAN era una magnífica coartada para los norteamericanos, quienes encontraban una correa de transmisión dócil, una especie de vocero autorizado.

Por lo que sabemos, la OTAN fue incapaz en su despliegue terrestre de prever las consecuencias del bombardeo con uranio empobrecido por sus fuerzas aéreas, de forma que sometió a la población civil y a sus propios soldados a un riesgo letal, previsible e innecesario. Informó tarde y mal. Es una responsabilidad política directa de Javier Solana.

La concatenación de torpezas de nuestro ministro de Defensa, Federico Trillo, ha conseguido rizar el rizo de convertir un problema de la OTAN en un problema del Gobierno español, por esa curiosa y ancestral tendencia a ser más papistas que el Papa o pasar de aliados a pardillos. Es posible, con todo, que no se tomaran medidas cuando, al parecer, se recibió la información de la Alianza Atlántica, lo que agrava la responsabilidad. Lo que carece de lógica es que haya acudido al fácil expediente de la política del avestruz cuando el escándalo tiene dimensiones europeas. Habrá que esperar a las explicaciones parlamentarias del ministro de Defensa, pero ahora mismo tiene sobre sí una alta densidad de uranio empobrecido político: el que le corresponde a él y el que le debiera corresponder a Solana y que él ha asumido por pardillo, por exagerar las órdenes como un chusquero.

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