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El calzonazos de Madrazo ha cobrado ya su precio por su pertinaz postura de compañero de viaje del nacionalismo. Como cada vez le votan menos, pide que le bajen el listón para no quedarse extraparlamentario y sin sueldo. Lo de Judas fueron treinta monedas, lo de Madrazo es la calderilla electoral del 3 por 100. Precio al que hay que añadir el blindaje contra el terrorismo nacionalista a costa de confraternizar con los verdugos en el umbral de la caverna.

Mientras juegan a comparsas nacionalistas en el País Vasco, en Praga los jóvenes cachorros de Madrazo -los pocos que le quedan en la continua huida de militantes y votantes- juegan a internacionalistas proletarios antiglobalización. Una empanada ideológica que sólo se explica, no se justifica, desde la cobardía moral. Si el palabro ese de la globalización significa la imposición de una sola cultura hegemónica y uniformizadora, eso es lo que pretende y busca el nacionalismo: la globalización ideológica y étnica de la sociedad vasca. Es muy enternecedor defender los derechos humanos fuera de casa para ceder en su defensa dentro. La incoherencia es la consecuencia lógica de la falta de convicciones de una izquierda que ya no es de este mundo. Ni aún con el 3 ni aún con el 1 por 100, Madrazo -monago de la secta nacionalista- tendrá escaño. En cuanto a Unidad Alavesa, tan meritoria por tantos conceptos, lo lógico, ante los retos futuros, es que no se dividiera el voto en Álava y pactaran el PP, de donde procede, con la formación provincialista.