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Parece escena de guión de una película de espías de serie B y vale aquello de Dios los cría y ellos se juntan. Que destacados dirigentes de la banda terrorista Gal se reúnan con el presidente del PNV, ahora aliado con la banda terrorista Eta, sólo puede entenderse por aquello de que los extremos se tocan o porque los enemigos terminan pareciéndose. Almorzar a estas alturas con Rafael Vera y José Luis Corcuera o es una obra de caridad o es una francachela de viejos amigos o es una conspiración para pasar información. La lógica induce a pensar esto último, sobre todo después de que el PSOE adoptara la sensata medida de dejar de pagar la defensa de personas que decidieron asesinatos y se llevaron crudos los fondos reservados.

Es obvio que Rafael Vera sabe mucho. Sabe, por ejemplo, quien es míster X. Bueno, eso lo sabemos todos, lo que pasa es que Vera tiene seguro las pruebas como testigo de cargo. Toda vez que míster X pasó unos meses antes por el confesionario de Arzalluz y que González –depende mucho de la omertá- es uno de sus más firmes apoyos y aliados, no parece muy interesante el cambio de cromos, salvo que el PNV esté dispuesto a cogerse a un clavo ardiendo, como el del Gal, o bien la conspiración apunte más arriba, lo cual nunca es descartable en momentos de desesperación. Cuatro horas de condumio dan para mucho. A lo mejor de esta curiosa tenida salen espías de superproducción. Lo que sea se verá pronto. Toca elecciones y todo vale.