Menú

La banda Eta no es únicamente el comando, ni sólo el que pega el tiro o pone el coche. Es un entramado que concluye en el asesinato, pero incluso desde el punto de vista militar cualquier organización de este tipo precisa un aparato logístico y otro de propaganda. Una red de confidentes –como el policía local readmitido en San Sebastián– y de correos. Hay suficiente certezas morales de que “Ardi Beltza” servía para marcar objetivos y transmitir consignas a los comandos, utilizando de manera espurea los beneficios del sistema. La duda siempre es si no será el sistema mismo el que se pueda ver afectado por cuestiones que están en el límite, pero la República de Weimar en su día, con su trágico final, es una lección de la historia respecto a que un exceso de formalismos con los intolerantes puede acabar con la tolerancia en sí misma y acabar en genocidio.

Parece obvio que en el País Vasco lo que existe es una patología totalitaria con pretensión genocida y que Eta es un hidra de varias cabezas, no sólo una yuxtaposición de comandos. No se puede utilizar la libertad de expresión para favorecer el asesinato de periodistas. Eso es de sentido común. De todas formas, habrá que esperar a ver en qué queda el procesamiento de Pepe Rei dados los chapuceros antecedentes del juez Garzón.