El auto del juez Garzón estableciendo la responsabilidad subsidiaria de Batasuna en la kale borroka es la recuperación de un sentido común, que, en el caso vasco, ha hecho bueno aquello de que es el menos común de los sentidos. La noticia coincide con el reparto en las comisarías de fotos de nuevos terroristas que han ascendido a las ligas mayores del asesinato después de haberse preparado en las juveniles del totalitarismo. Más o menos, como las juventudes hitlerianas. Habrá que esperar, sin embargo, a que el auto se lleve en realidad a efecto, y no se produzca un alzamiento de bienes, ni quede en mera operación de imagen.
A Al Capone se le encarceló por delitos fiscales. Batasuna en todas y cada una de sus actividades es mucho peor y mucho más ilegal que Al Capone y sus sicarios. Su modus operandi es bastante parecido porque el impuesto revolucionario es una copia de las cuotas de seguridad de los mafiosos.
La exigencia de esa responsabilidad subsidiaria es prácticamente una ilegalización de hecho, partiendo de la base de que Batasuna es una pura mafia, que se ha consentido por la debilidad de los gobiernos nacionales desde Adolfo Súarez hasta la reforma de la Ley de Partidos. Pero la cuestión es que se lleve a la práctica de verdad. No puede dejar de destacarse la complicidad que el PNV y su gobierno han mantenido y mantienen con la mafia de Batasuna, a la que da cobertura política, para que pueda seguir amedrentado a los opositores comunes de la dictadura nacionalista.
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