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Enrique de Diego

La voz del terrorismo islámico

Dicen que el tiempo pone a cada uno en su sitio. Esperemos que al asesino confeso Ben Laden le haya puesto en el suyo y haya pasado a mejor vida. La idea de que exista un Dios capaz de premiar a los homicidas en serie resulta aberrante. Tal Dios sería más bien un diablo. No sabemos nada del destino final de éste terrorista, ni del mulá tuerto, ni de las responsabilidades de las corruptas petromonarquías (ni de los presos políticos de los campos de exterminio de Cuba).

El tiempo sí ha puesto en su sitio a esa perversión informativa de Al Yazeera, denunciada en su momento por Libertad Digital. La corrupción del medio televisivo ya se dio en la guerra del golfo con el pacto abyecto de la CNN con la tiranía de Bagdad. Pero lo de Al Yazeera ha sido de apología del terrorismo; propaganda pura y dura. Ahora sabemos que sus directivos –el emir de Qatar– y sus periodistas no sólo actuaron de voceros de Ben Laden, también de asesores de imagen, de ideólogos de Al Qaeda. De esa forma, consideraron prudente no emitir una de las entrevistas, porque en ella Ben Laden resultaba demasiado explícito y además situaba al corresponsal en Kabul en la posición de lacayo. Ben Laden “reivindicó” la masacre de las Torres Gemelas. Pero Al Yazeera consideró más conveniente para la causa del terrorismo islámico dejar la duda, para aprovechar las contradicciones del sistema reclamando la presunción de inocencia y situando a los Estados Unidos como agresores, aquello de Bush como Polifemo.

¿Es admisible recordar que Al Yazeera fue presentada como la bandera de la libertad de expresión? ¿Lo es que a su rebufo los bobalicones pseudoprogres montaron toda aquella campaña, meliflua y estúpida, a favor de un Juzgado Internacional? ¿O que Baltasar Garzón –muy deprimido por su falta de protagonismo– se ofreció prácticamente a presidirlo? ¡Toda aquella campaña contra los bombardeos por una cuestión que se hubiera resultado enviando a la Policía Judicial de la Audiencia (no de la sala cuarta) con una simple citación a las cuevas de Tora Bora!

Pero esa apología del terrorismo no la ha hecho el corresponsal de Al Jazeera en Kabul, la ha ordenado y financiado el emir de Qatar. ¿Se pedirán responsabilidades a esos “aliados” de los que Ben Laden no era otra cosa que una escisión, el niño rico, aburrido, a la busca de emociones fuertes y de un califato? ¿Se abrirá el necesario debate sobre los componentes violentos y genocidas del islamismo y su libro coránico?

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