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La libertad es el ideal más noble y el antídoto más poderoso contra el totalitarismo. Como decía Manuel Azaña, la libertad no nos hace mejores, nos hace simplemente hombres. El primer hecho que llama la atención en la manifestación de San Sebastián es que ha sido convocada por los ciudadanos, por la sociedad civil, y no por sus representantes políticos. Cuando eso sucede es que se ha llegado a una situación crítica en la que la libertad está amenazada y no queda otra alternativa que el compromiso. También es resaltable la estética de comienzos de la transición. La transición no ha terminado. No, desde luego, en el País Vasco y especialmente en Guipúzcoa. Significativa la presencia, en esa línea, de una izquierda libertaria y cultural que ha roto con el discurso nacionalista.

Consuelo, la hermana de Gregorio Ordóñez, quien con la cara al viento y la nuca al descubierto, fue quien más hizo por enfrentarse a la tiranía del terror y a la dictadura del miedo, ha calificado la manifestación de “histórica”. Ni un solo incidente. Ambiente de absoluto pacifismo, poniendo en evidencia la absurda actuación de los mandos políticos de la policía autónoma en fechas recientes. Histórica porque eran todos los demócratas unidos desde el sentido de ciudadanía. Como históricas serán las elecciones que Juan José Ibarretxe se resiste desde la indignidad a convocar.