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Enrique de Diego

Nacionalismo rima con fascismo

Se acumulan las contribuciones de ideólogos del nacionalismo catalán como Marta Ferrusola, Jordi Pujol y Heribert Barrera que superan a Le Pen y Haider por la derecha y se ponen a la altura de Mussolini. Nada nuevo bajo el sol, que dice el Eclesiastés, porque esta exhibición de prejuicios sureños a “lo que el viento se llevó” no son desvaríos de la ancianidad nacionalista, sino el fundamento mismo del nacionalismo en sus padres fundadores desde Sabin Arana hasta Prat de la Riba, tan enaltecedor del odio como sentimiento básico del nacionalista.

El “Alemania para los alemanes” de los nazis es idéntico al Euzkadi para los vascos del Rh de Xabier Arzalluz y de éste “Cataluña para los catalanes” de la extrema derecha que es el nacionalismo. Que el nacionalismo es la ultraderecha es cosa bien sabida, que consiguió distorsionar Franco y ese proceso de hibernación de las ideas que producen las dictaduras, pero me parece claro en estos días que los que se opusieron al nacionalismo en su día, como en el manifiesto de los dos mil, no hacían otra cosa que proseguir y perpetuar la lucha antifascista.

Heribert Barrera dice que en Cataluña sólo deberían vivir tres millones y que ahora es partidario de la pena de muerte. ¿Cómo reduciría la población a ese selecto grupo de aborígenes? ¿Hay un Rh catalán? ¿Por la lengua? ¿Por los apellidos? ¿Es que son los catalanes tribu como los bosquimanos o los hotentotes o son el producto de un sano mestizaje? Hablar de la “gran trayectoria democrática” de Heribert Barrera, como hace Pujol, es un ejercicio de cinismo y la manifestación de uno de los grandes mitos españoles: la identificación de antifranquismo con democracia.

Aunque buena parte luchara por la libertad personal, hubo antifranquistas que pretendieron totalitarismos mucho peores que el franquista. Lo de que no está de acuerdo con el libro es otra reserva mental del marido de Ferrusola, esa Pilar Primo de Rivera del nacionalismo catalán. ¿No se acuerda de su libro sobre inmigración cuando calificaba al andaluz de “hombre degenerado” que podía “destruir Cataluña”?.

Lo que llama la atención es este clamoroso silencio de los intelectuales progresistas catalanes, de los melifluos intelectuales orgánicos del nacionalismo como Javier Tusell o Miguel Herrero de Miñón. Y son inevitables algunas preguntas inquietantes: ¿cuáles son las semejanzas y las diferencias del nacionalismo moderado de Josep Piqué de este nacionalismo auténtico?, ¿el nacionalismo de Maragall en qué se parece y en qué se diferencia de este nacionalismo radical? El nacionalismo es la madre de todos los fascismos.

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