El terrorismo no sólo nos toma por víctimas propiciatorias, también por tontos. Trata de imponernos el miedo, y desde ese sentimiento abyecto, situarnos en una posición de indefensión para perpetrar con mayor facilidad sus crímenes. Intenta buscar la complicidad de la víctima en su propio sacrificio, por eso suele fijarse como primeros objetivos a los más valientes y corajudos, para después ir hacia el genocidio. Trata de conseguir el entreguismo, para matar a más en menos tiempo. Nada nuevo bajo el sol. Fue la táctica de nazis y comunistas para llevar a la gente como corderos a los campos de exterminio. La semejanza es tan clara que la cuestión de futuro es entender por qué la democracia española, el Estado de Derecho, ha tardado tanto en reaccionar y por qué los jueces progres se han dedicado a ejercer de cómplices morales de los terroristas. No puede dejar de alabarse a Mayor Oreja, pues de su claridad de ideas vienen este tipo de decisiones.
El autor de Garzón se convierte en una piedra de toque para conocer la salud moral, el amor a la Ley y la valentía civil de nuestra Justicia. Hasta el momento, la presunción está en su contra, pero cabe esperar que se abra paso el sentido común de la defensa de la libertad. Es Batasuna quien organiza la kale borroka, es Batasuna quien debe pagar. Es de cajón, incluso de cajón de sastre, pero hay fallos bien recientes en los que se ha puesto por escrito que algunos jueces no interpretan las leyes, simplemente no las cumplen, porque tratan de dar patadas al ejecutivo en las posaderas de todos los ciudadanos.
No es extraña la histérica reacción de los nacionalistas estúpidamente denominados moderados, porque son los beneficiarios últimos del terrorismo, mediante cuyo amedrantamiento consiguen sus escuálidas victorias electorales. Desde hace tiempo, el gobierno vasco vive la intensa tentación de la desobediencia civil y la deslealtad constitucional. Desde hace tiempo, es evidente que PNV y EA son la cobertura política de Batasuna; con la comparsa de IU, todo hay que decirlo. El Estado de Derecho puede triunfar sobre el terrorismo cuando se niega a la complicidad. El auto de Garzón se mueve en esa línea. Es una ilegalización de hecho, porque Batasuna es ilegal en todas sus manifestaciones. En eso no engañan más que al que se quiere engañar.
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