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Enrique de Diego

Piqué-Aznar, surrealismo antijudío

El líder de la “revolución” (nunca el concepto mostró su faz más regresiva) iraní, Jamenei ha amenazado con sanciones... El ministro de Asuntos Exteriores, Josep Piqué, ha coincidido en la amenaza de sanciones... contra Israel. La diplomacia española, al frente de la Unión Europea, con Piqué y Aznar se viene mostrando por una senda surrealista que parece encaminada a redescubrir y revitalizar el movimiento de los no alineados, con impronta antijudía.

Así, hablan de la “política Sharon”, obviando que se trata de un gobierno de concentración nacional. Y de manera sistemática apoyan a Arafat, quien de manera palmaria está reivindicando a los terroristas suicidas. Siguiendo el mal ejemplo de los dirigentes políticos, los medios de comunicación españoles abundan en la apología del terrorismo con declaraciones de dirigentes de grupos como Hamas. ¿Deberíamos entender que si la desesperación palestina justifica el asesinato indiscriminado, los etarras son gentes que tienen una desesperación a su manera, por no ser independientes, por ejemplo?

Hay un dato interesante: desde que empezó la operación israelí no ha habido ningún atentado suicida. Esos atentados no son en exclusiva demostración de una desesperación personal, precisan de organizaciones, financiación, infraestructura, explosivos, documentos falsos y todo un entramado. La UE no exige a Arafat más que retórica. La cuestión no dejaría de ser una estupidez políticamente correcta si España no estuviera amenazada en la libertad de todos y cada uno por el terrorismo, y si no estuviera manteniendo en el plano internacional criterios bien distintos a los que practica, con justicia, en su ámbito interior.

Es evidente que Arafat ha entendido los territorios palestinos como un santuario para los terroristas, que existen milicias bien armadas que practican una “guerra de liberación”. Aquí se está ilegalizando a Batasuna, allí Hamas, la Yihad Islámica o Los Mártires de Al Aqsa campan por sus respetos, con la tolerancia y el visto bueno de Yaser Arafat, que practica de continuo el discurso del relativismo moral, mientras se amontonan las víctimas.

El terrorismo es el mal absoluto. ¿Por qué Piqué y Aznar, en un crescendo de hipocresía, obvian tal evidencia fuera de nuestras fronteras? Este relativismo moral (Aznar llegó a situar a Arafat, en Formentor, como una víctima del terrorismo) es incoherente. Demuestra falta de convicciones y complejos de progre. El consenso de la civilización es que cualquier reivindicación pierde legitimidad cuando se intenta conseguir mediante el terror. Eso es lo que ha venido haciendo Arafat. Eso es lo que avalan Piqué y Aznar. Es surrealista, además de penoso.

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