Una de las obsesiones humanas, más comprensibles pero más estériles y peligrosas, es intentar predecir el futuro. El oráculo de Delfos, que consiguió fama y crédito, era siempre enigmático y ambivalente. La profecía en los tiempos modernos se ha conjugado con fuertes vetas historicistas de proyección totalitaria.
El libro Predicciones es el fruto de un trabajo milenarista de The Times Higher Education Supplement en el se ofrecen perfiles de 31 figuras (alguna figurilla y algún dinosaurio) y un breve texto con intencionalidad de profecía. Ahora ya en eso indefinible, vacuo, pero siempre light de la postmodernidad. El conjunto es, en cualquier caso, atractivo por su mismo carácter poliédrico.
La selección de profetas en píldoras es ya significativa. No hay teólogos, filósofos, sociólogos ni historiadores. La presencia de economistas es testimonial, y tampoco hay artistas ni casi literatos. Se supone que como aprendices de brujo están en descrédito. Dominan como grandes líneas: la neurociencia, el evolucionismo, la informática y el feminismo, más algún aditamento ecologista. Muchas de las profecías son contradictorias unas con otras. El mundo feliz que se describe viene marcado por mito genetista: una humanidad capaz de definir su mapa genético, de eliminar todos los desperfectos acumulados en el ADN, de separar coito de procreación, de generar máquinas superiores al hombre con vida intelectual propia.
Si el mito del siglo XX fue el ingeniero, el siglo XXI entra con fuerza de la mano del científico, aunque éste viene con ínfulas de mejorar la herencia y pretende explicar la consciencia mediante procesos químicos. El riesgo apuntado es cierta propensión a establecer como hipótesis utópica la planificación de la especie y cierto lamento sobre la posibilidad de que el individualismo perezca a manos de la genética. En el fondo, nada nuevo bajo el sol, aunque hay que estar siempre prevenidos contra los profetas y contra la tentación totalitaria genetista. El hombre puede dar pasos cualitativos importantes en el objetivo humanitario de reducir el dolor, pero hay también la propensión a tender a la perfección. Parafraseando a Spinoza, una de las sendas para extender la imperfección. El hombre es un producto complejo de herencia genética y medio ambiente, de estímulos y respuestas, y de libre albedrío. Ese medio ambiente es un aspecto moral, y quizás el medio ambiente propuesto por algunos perfeccionistas no sea ni el más edificante ni el mejor para el desarrollo de la vida humana. A las falacias filosóficas y economicistas, pueden seguir las falacias de laboratorio.
Un libro superficial, pero entretenido. Políticamente correcto en muchos de sus trazos y postmoderno en su sabor. Entretenido.
Enrique de Diego.
Predicciones, 31 grandes figuras pronostican el futuro, Editorial Taurus, Madrid, 2000, 395 páginas, 2.400 pesetas.
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