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Enrique de Diego

Terribles torpezas y totalitarias sociologías

La nueva Eta se caracteriza por su carácter sanguinario y por su absoluta torpeza. Ambas se han puesto de manifiesto en un doble asesinato, en el que una de las víctimas es militante de EH, aunque el objetivo era un concejal socialista. El hecho resume todo el cainismo y toda la estupidez del terrorismo nacionalista, sobre cuyos votos gobierna Ibarretxe.

Por de pronto, tenemos a un representante democrático que ha de ir escoltado y cuyo ejercicio de la libertad se hace a diario con riesgo de su vida. El nacionalismo ha generado un ambiente totalitario con pretensiones de genocidio: intentar matar a un concejal es intentar matar de un golpe a todos sus votantes. Si las cosas están así después de veinticinco años de democracia puede haber muchas responsabilidades, pero desde luego la mayor es la del PNV que ha gobernando ininterrumpidamente durante ese tiempo, y cuya brillante solución última ha sido pactar con los asesinos y ponerse a su altura.

Hace un mes los compañeros de Iñaki Dubrueil le dieron un homenaje. Ese tipo de actos deberían ser casi diarios. Esta Eta tan asesina como torpe practica el terrorismo indiscriminado, carga en exceso los explosivos, así que uno de los asesinados era militante de EH, y por tanto hay que suponer que partidario del terrrorismo. Era al tiempo hermano de una alcaldesa del PNV. La sociología es terrible: el nacionalismo se ha instalado en amplias zonas del País Vasco sobre el irracional argumento del terrorismo y la violencia. Eso hace que cueste elaborar una lista electoral constitucionalista y luego correr la lista. El nacionalismo no necesita arremangarse, como dice Arzalluz, lleva tiempo asesinando. Este atentado es una parábola, es aquello de que la revolución se come a sus hijos.

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