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La vieja economía estaba hecha de accionistas, gestores y cuentas de resultados. La nueva economía se basa en expectativas. Es el reino de los ejecutivos, los brokers y la tecnoestructura; de los contratos blindados, las prejubilaciones multimillonarias en lo mejor de la vida y las stock options. Es posible que la nueva economía sea una forma perfeccionada, o más elaborada, de capitalismo, pero también es posible que tenga algunos componentes de timo o estafa.

Muchas de las compras y ventas de empresas se han hecho no sobre el balance de ingresos y gastos sino sobre la expectativa de la llegada a “El Dorado” de las nuevas tecnologías. En buena medida han sido operaciones de intercambio ventajoso y enriquecimiento de los ejecutivos de las empresas compradora y vendedora. Las stock options de reparto entre los ejecutivos recuerda bastante a las antiguas comisiones, aunque, en este caso, elevadas a la legalidad. De esa forma, los ejecutivos tienen incentivos para desarrollar transacciones al margen de los intereses reales de las empresas, con añadidos de grandes operaciones de imagen para salir en los informativos y en las portadas de los diarios.

Hay en todo esto bastante de corrupción entendida en el sentido moral. Parece absurdo, y aún increíble, que el consejero delegado de una empresa venda acciones de ella al tiempo que se mantiene en el puesto. Los últimos ajustes del mercado a las empresas de la nueva economía tienen bastante de intentar poner las cosas en su sitio. Las famosas expectativas recuerdan, en ocasiones, bastante al timo de la estampita con mucho márketing. De los polvos de Villalonga vienen estos lodos.

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