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Enrique Navarro

El ISIS, nuevo grupo terrorista: cómo se planearon los atentados

No hay duda de que los atentados han sido producto de una decisión directa de los líderes del DAESH.

Los atentados perpetrados en Francia en los últimos meses devuelven al ISIS a la estrategia del terror que inició Al Qaeda a finales del siglo pasado. Debemos recordar que el Estado Islámico nació del conflicto secular entre chiítas y sunitas, y en particular de las células más radicales ligadas a Sadam Hussein que sobrevivieron siendo los responsables del terror vivido en Irak desde 2003. Las prácticas de terror que hoy vemos en ISIS ya las conocíamos en el Irak anterior a la intervención occidental. El objetivo inicial de Al Baghdadi y sus colegas, ex altos militares de la inteligencia iraquí, era devolver el control sunita a los territorios en los que las minorías chiítas habían ganado terreno tras la intervención iraní en Irak. En definitiva, es la continuación de la guerra entre Iran e Irak de los ochenta y de la invasión de Kuwait y la respuesta occidental consecuente.

Al Qaeda busca sembrar el terror por el terror; es una cuestión narcisista, pretendiendo convertirse, a base a acciones espectaculares, en un tractor de otros movimientos radicales islamistas, ya fuera en el Sahel o en Extremo Oriente. La estrategia consiguió asestar numerosos golpes sin la necesidad de tener una planeamiento centralizado y actuando por células independientes. Sin embargo el Estado Islámico siempre usó la organización militar y una estrategia unificada para obtener un resultado más directo e inmediato. Al Qaeda buscaba destruir; el DAESH aspira a construir un orden nuevo basado en sus principios del terror; quiere restaurar un califato, con su propia ley y su ejército.

Sin embargo esta ambición del DAESH no podía triunfar ya que derrotar a los todopoderosos regímenes autoritarios de la región iba a resultar imposible especialmente si Rusia e Irán decidían unir fuerzas para acabar con el supuesto califato en Siria e Irak. De esta manera y aprovechando el entrenamiento y el origen de muchos de sus efectivos terroristas decidieron que era necesario, una vez más, crear el terror en Europa para forzar a las sociedades europeas a dejarles en paz en sus ansias expansionistas en la región. El antecedente de los atentados en Madrid era una muestra evidente de cómo el terror puede torcer voluntades en las acomodadas sociedades europeas.

El primer paso de este terrorífico plan pasa por crear una estructura terrorista permanente en Europa, lo que implica una amplia red logística que en muchos casos colabora sin ser conscientes del todo de las consecuencias de sus actos; requiere asimismo una red de adquisición y distribución de armas; talleres para construir explosivos caseros y pisos francos y por supuesto dinero. Para sortear los controles fronterizos disponen de un arsenal difícil de controlar, europeos que han sido convocados a su particular yihad y entrenados en Siria o Irak y que pueden regresar a sus lugares de origen sin levantar sospechas. No cabe duda que tras los últimos atentados producidos en Europa la vía de los aeropuertos no es la más segura.

A mi juicio el gran flujo migratorio que, de pronto, se abalanzó sobre Europa ha tenido a la acción deliberada del ISIS como elemento organizador y detonador. Con esto no pretendo incriminar a los refugiados ni criticar la necesaria acogida; pero sí indicar que hemos abierto un agujero enorme en nuestra frontera sur de Europa permitiendo que terroristas procedentes de cualquier punto del Globo puedan acceder a Europa sin control. Los mismos medios utilizados para el ingreso de las armas. Seguramente, a estas alturas, la policía francesa ya debe tener claro el origen sirio de las armas y que han debido llegar de forma clandestina a Europa y que alguien se ha encargado de recogerlas, almacenarlas y distribuirlas.

La cronología de los hechos evidencia un plan perfectamente organizado. El primer golpe debería haberse producido dentro del estadio; un partido Francia contra Alemania con media Europa pendiente resultaba ser un escenario perfecto para la tragedia del terror. A partir de este momento, la acción en el centro de París pretendía además de producir otra matanza, desviar la atención del estadio y provocar una evacuación masiva de Saint Denis, donde estarían los otros tres terroristas esperando con sus armas. En menos de media hora deberían estar todos muertos por la acción de sus chalecos, habiendo culminado una matanza que podría haber alcanzado dimensiones mucho mayores.

Pero algo debió fallar en los alrededores del estadio; ni el terrorista bomba accedió al estadio y por alguna razón los otros tres no pudieron acercarse lo suficiente con las armas, por lo que un terrorista, el único que no se suicidó, debió huir en el vehículo con las armas. Este fugado es el objetivo número uno de las fuerzas antiterroristas. La acción en el centro de París después de la explosión en el interior del estadio debería convencer a la policía de desalojar el estado inmediatamente. Seguramente la presencia de Hollande y un especial dispositivo de seguridad debieron sorprender a los terroristas o quizás un golpe de buena suerte. Quizás nunca lo sepamos, pero la policía acertó a esperar que la tragedia terminara para evacuar Saint Denis lo que provocó la inmolación de los otros dos terroristas sin cumplir sus objetivos al verse amenazados por las fuerzas de seguridad.

El uso de los chalecos con peróxido de nitrógeno, dada su escasa potencia, sólo tenía un objetivo, la inmolación o, en el plan del ideólogo, evitar que ninguno de los terroristas pudiera ser detenido con vida. Los asesinatos debían ser similares a los de Charlie Hebdo, vaciando los cargadores. Por esta razón no se produjeron más muertos en la Sala Bataclan; seguramente debieron inmolarse, en su jerga particular, al verse sin munición. Por cierto que no me extrañaría que este explosivo casero estuviera detrás del avión ruso destruido en pleno vuelo al poco de despegar de Sharm el Sheik.

El uso de los chalecos evidencia, a mi juicio, a diferencia del atentado de Charlie Hebdó, que no existía tanta confianza en todos los miembros del grupo; demasiado numeroso para asegurarse de que todos procederían de la forma indicada. También evidencia que debían existir conocimientos en poder de estos terroristas que no debían ser revelados en cualquier caso. Este último dato alimenta la tesis de una estructura más organizada y que debe estar compartida por diferentes comandos. Si los terroristas pretenden repetir este tipo de atentados deberían disponer de una estructura de distribución de armamento y de un laboratorio clandestino para preparar los chalecos explosivos, y todo indicaría que la estructura y el laboratorio debe estar en Francia o Bélgica. Países con una amplia comunidad islámica en la que ocultarse, con cercanía a los grandes centros de población y por tanto de acción.

La incertidumbre es ahora, en primer lugar, averiguar cuantos terroristas están ya operativos en Europa, que han debido entrar aprovechando los grandes flujos migratorios del verano y cuantos están en espera para acceder al continente. Este es un objetivo inmediato de las fuerzas de seguridad en Europa, blindar las fronteras porque los nuevos grupos operativos deben estar en estos momentos planeando su acceso al continente.

La segunda, determinar cuál es la estructura logística de esta organización criminal. Si han sido capaces de desarrollar una capacidad instalada en Europa y teniendo en cuenta que se trata de assasins, sin miedo a morir, su capacidad de acción dependerá de los medios que sean capaces de traer a esta Europa y la panoplia de posibilidades sería enorme y aterradora.

De lo que no hay duda es que estos atentados han sido producto de una decisión directa de los líderes del DAESH; su planificación es detallada y debe formar parte de una nueva estrategia. Es cuestión de tiempo que el Califato desaparezca militarmente de Irak y Siria. Existe un consenso en devolver el poder a Asad y al gobierno iraní el control de Irak a través del gobierno de la mayoría chiíta. La acción combinada rusa e iraní unida a los golpes que Arabia esta propinando en Yemen y Estados Unidos liquidando por decreto presidencial a todos los líderes terroristas están produciendo resultados positivos en esta guerra. La supervivencia de esta locura llamada DAESH pasa por su internacionalización y conversión en una nueva Al Qaeda, un grupo que solo busca el terror y espera su momento para volver al escenario geoestratégico del Sahel y de Oriente Medio. Es muy posible que ésta sea su nueva estrategia y la mejor manera de eliminarla sea derrotar al Estado Islámico en sus territorios y hacerlo muy pronto, antes de que algunos de los centenares de terroristas que luchan en estos países regresen dispuestos a continuar la senda del terror.

Mi gran duda es si este atentado pretendía emular al de las Torres Gemelas y ser un icono terrorista o se trata de un paso más en la escalada de terror. Debemos convenir que estamos en el segundo escenario y que bajo fórmulas de muy diferente envergadura, continuarán golpeando en Europa. Pero ahora ya sabemos mucho más de su reclutamiento, de su entrenamiento, de su operación y organización, lo que sin duda marca el camino de su final, aunque no será un camino sin dolor.

El gran error de Al Baghdadi fue pretender eliminar a los chiitas en Irak, Siria y en Líbano, encontrándose con un enemigo poderoso como Irán, sacudido del embargo y en una alianza de intereses con Rusia. Su segundo error fue combatir a la oposición sunita a Asad, encontrándose de enemigos a todas las monarquías sunitas de la región; el mismo error de Sadam Hussein. Con tantos enemigos sólo es cuestión de tiempo su destrucción. Pero debemos estar vigilantes de cara al futuro porque si Irán como consecuencia de esta guerra domina Irak, Siria y Líbano, el equilibrio en la región habrá terminado y entonces tendremos la madre de todas las batallas.

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