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Enrique Navarro

España, con sus fuerzas armadas

¿Qué hubieran hecho estos papanatas que dicen querer acabar con el régimen del 78 ante la disyuntiva del capitán Aybar? Ustedes lo saben y yo también.

¿Qué hubieran hecho estos papanatas que dicen querer acabar con el régimen del 78 ante la disyuntiva del capitán Aybar? Ustedes lo saben y yo también.
Muchos españoles apoyaron ayer a nuestras FFAA en el desfile del 12-O | David Alonso Rincón

En el día de nuestra fiesta nacional, a la que yo prefiero llamar día de la raza, tal como la celebran más de cuatrocientos millones de hispano parlantes, millones de ojos estaban hoy pendientes de los gestos, de los mensajes que podríamos percibir en una fecha tan señalada. El doce de octubre era el día señalado para lanzar al mundo un mensaje de orgullo, pero sobre todo de fortaleza. España no tiene miedo y tiene los medios para demostrar nuestra decidida voluntad de continuar unidos, asumiendo el peso que la historia, la cultura, la economía y la política nos han encomendado.

En Cataluña, millones de personas, la mayoría del pueblo de Cataluña, que desea seguir siendo catalán y español, esperaban ver esa demostración de que somos tan poderosos que no podemos temer a unos pocos que pretenden doblegarnos. Para los radicales que creen que somos un país de vagos, genéticamente del África negra, una nación débil dedicado al rebujito y al flamenco, era la ocasión de demostrarles nuestras fortalezas como nación. No solo tenemos una cultura común; ni una historia milenaria juntos con todas las sombras que se derivan de una larga convivencia, sino también unas fuerzas armadas al servicio de todos dispuestas para combatir por la Ley, la Constitución y la independencia de España.

Pero Cospedal nos ha sorprendido con un desfile descafeinado, una vez más, lejos de ensalzar los valores militares que con tanta brillantez expuso Calderón, "legión de hombres honrados", hemos visto al SUMMA, a los tercios de Flandes, quizás la mejor novedad del desfile, a la policía nacional que ya no es la policía armada y que creo que debería mantenerse al margen de una parada militar; y no lo digo como una falta de admiración y de respeto, sino porque cada cosa debe estar en su sitio.

Cuando todo el mundo esperaba ver a un pueblo orgulloso de sus fuerzas armadas y por tanto de admirador de su capacidad de combate acreditada en tantas misiones desarrolladas en los cinco continentes a lo largo de su historia, volvemos a mostrar vergüenza de lo que significa ser militar y de lo que son las fuerzas armadas españolas.

Era el día para que el pueblo viera nuestros Leopardo 2E y nuestros vehículos Pizarro, nuestra inmensa artillería de campaña de 155 milímetros; nuestros Centauro. Los productos de nuestra industria de defensa que genera riqueza y tecnología. Era la hora de mostrar al mundo lo que son hoy las fuerzas armadas españolas.

Era el día de mostrarle al mundo que no somos Venezuela y que la autoridad y la Ley nos la tomamos en serio en nuestro país. Un estado que no teme a los que pretenden sojuzgarlo ni herirlo, sino que es capaz de los mayores sacrificios para mantener la unidad y la fortaleza de la patria.

Pero la realidad es que somos un país que ha venido dedicando año tras año menos recursos a su defensa, hasta el punto de hacer que sea una cuestión testimonial, está condenado a sufrir el secesionismo que no es producto de un derecho consuetudinario adquirido sino solo y exclusivamente consecuencia de la debilidad de nuestros principios y de la conciencia nacional. Si España y su gobierno fueran tan fuertes y sólidos como lo es nuestra realidad nacional, sólo unos pocos querrían abandonarla, y el separatismo sería lo que siempre fue, una reminiscencia de resentidos y de anti-sistemas que sólo buscan nuestra destrucción para convertir el país en una cloaca, el único lugar en el que se sienten a gusto.

Lo mejor del desfile a mi juicio, en primer lugar, el sentimiento de los cientos de miles de personas que hoy estaban en la Castellana. En estos días he tenido ocasión de recorrer la geografía española y el fervor nacional que he visto en las calles, en las plazas, en las gentes, constituye sin duda el mejor activo de esta sociedad. Por eso hay que pedir al gobierno que no dé la espalda a los españoles; que sea el baluarte de nuestro orgullo nacional; que sepa canalizar todo este entusiasmo para fortalecer nuestra unidad. Su Majestad y el gobierno tienen a una gran parte del pueblo, deseosa de luchar por nuestra democracia, por la ley y por la unidad. No nos defrauden, porque no se lo perdonarán los españoles. Este es un pueblo que es capaz del mayor entusiasmo pero que soporta muy mal la humillación, y no pueden dejarnos caer en la resignación de que sólo es posible el camino de que siga todo igual, porque no lo aceptamos .

Y en segundo lugar, si se fijaron bien en los rostros de los legionarios, los paracaidistas y de todos cuantos desfilaron. Comparen sus caras con las de otros años. Sus cuerpos están curtidos por el entrenamiento continuo, por su permanente formación para servir a España. Se percibía su disposición para continuar luchando para cumplir con sus misiones; reflejaban el orgullo de sentirse parte de las fuerzas armadas españolas. Son la herencia de gestas que muy pocas naciones en el mundo pueden evocar. Los españoles hemos sido capaces de las mayores hazañas y por eso no podemos caer en el desánimo, sino al contrario, mostrarnos orgullosos y seguros de que seguiremos siendo por los siglos venideros una gran nación. Les invito a que conozcan gestas como Las Navas de Tolosa, Ceriñola, Garellano, Cartagena de Indias, Mulhberg, Breda, Trafalgar, Lepanto, Bailen, Wad Ras, Annual, Girona, para que entiendan de lo que hemos sido capaces los españoles con el liderazgo de nuestros soldados y marinos y el porqué no debemos tener miedo.

La nota triste, tristísima, ha sido el accidente del capitán Borja Aybar regresando del desfile a su base. Su muerte es una más de las que cada año se producen entre nuestros hombres y mujeres en su continuo afán de estar preparados para servir. Los españoles debemos sentirnos compungidos por la tragedia, pero a la vez esperanzados de que tenemos unos hombres que están dispuestos a dar su vida para salvar a sus semejantes como ocurrió sobre Albacete en el aciago día de ayer. Un joven piloto con un hijo de semanas da su vida para salvar a muchos de sus semejantes; ¿Qué hubieran hecho estos papanatas que dicen representar un deseo de acabar con el régimen del 78 ante la disyuntiva del capitán Aybar? Ustedes lo saben y yo también. Cuando a muchos se les llena la boca de sucias mentiras sobre cargas y víctimas de la policía; cuando algunos pretender ensuciar el buen nombre de nuestras fuerzas armadas y cuerpos de seguridad con maquillaje y engaño, debemos rendir tributo a los que han dado su vida por España y a los que convencidos de que sus misiones pueden exigirles la vida y a pesar de ello continúan cada día su preparación y disposición. Nuestras oraciones con el capitán Aybar y nuestro desprecio por todos los que odian a España y a sus fuerzas armadas.

Defender a las fuerzas armadas, su buen nombre, mostrar el orgullo de ser español, no es ni fascismo, ni franquismo, ni imposición. Nada tienen que ver unos con los otros. No se trata de imponer un modelo de vida, ni siquiera de competir para ver quien se siente más español; simplemente es la consecuencia natural de nuestro orgullo nacional y de que de que tenemos unas fuerzas armadas a la altura de su país y de sus ciudadanos, y que gracias a ellas hoy vivimos en paz y en democracia.

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