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Enrique Navarro

Los primeros quince días de la Guerra de Ucrania

Ya tenemos una información más precisa de las capacidades desplegadas por cada bando y de las intenciones militares de ucranianos y rusos.

Ya tenemos una información más precisa de las capacidades desplegadas por cada bando y de las intenciones militares de ucranianos y rusos.
Un vehículo blindado del ejército ucraniano. | Cordon Press

Alcanzado el decimoquinto día de la guerra, ya tenemos una información más precisa de las capacidades desplegadas por cada bando, de su operativa, logística, de su motivación y de las intenciones militares de ucranianos y rusos. Además, disponemos de suficiente inteligencia para conocer las reservas que deberán llegar a Ucrania desde Rusia para mantener el pulso agresor y las que necesitarán los ucranianos para su defensa. Asimismo podemos ver con claridad que la estrategia rusa ha variado enormemente en la última semana con el claro objetivo de generar una profunda crisis en la sociedad civil ucraniana, aunque sea a costa de bombardear ciudades con una amplia mayoría de habitantes rusos, que claramente se están oponiendo a la invasión.

La fuerza rusa

Sabemos que los mandos rusos decidieron transformar para esta invasión, una vez más, su estructura organizativa de batallones autónomos pensados para una guerra híbrida a la clásica divisionaria en la que cada cuerpo dispone de sus propias capacidades, desde la logística, a la defensa antiaérea, fuego y hombres. Los ciento cincuenta mil atacantes se concentraron en seis frentes y cada uno, con su cuerpo de ataque tipo división. Dos desde Bielorrusia para dejarse caer hacia Kiev desde ambas riberas del Dniéper; un frente hacia Járkov desde la frontera, otro más al norte hacia Konotop siguiendo la M02 para confluir con las fuerzas del norte que ya han tomado Cernikov en el cruce de la E-95 que baja desde el norte con la M02 y cercar Kiev por el este. Otra fuerza desde Rostov hacia Mariupol por los territorios rebeldes y desde Crimea con tres frentes, hacia al este para tomar Berdyaks, el oeste dirección Jerson y Odessa y el norte donde ya han alcanzado la central nuclear de Zaporizhzhia a unos doscientos kilómetros de sus puntos de partida.

Analizando los movimientos de tropas se visualizan dos intenciones claras; asentar el poder ruso al este del Dniéper, de teórica mayoría prorrusa, y dejar a Ucrania sin salida al mar. La pinza sobre Kiev se explica para hacer caer el gobierno y provocar una rápida involución. La ausencia de movimientos y operaciones en el este evidencian que la estrategia inicial rusa es provocar la caída del régimen antes que ocupar la mitad occidental del país. Sin embargo este enorme espacio vital en el Occidente permite a Ucrania disponer de líneas de suministros de armas desde Occidente y reclutar y preparar a los cientos de miles de movilizados, las últimas estimaciones hablan de unos cuatrocientos mil ucranianos armados.

A continuación analizo algunos aspectos concretos de las operaciones de estos quince días.

Escasa intervención de la fuerza aérea rusa

En los dos primeros días de combate la aviación junto a los misiles Iskander, lanzados desde tierra, destruyeron los radares, cegando a la aviación ucraniana que apenas opera unos veinte MIG-29 muy antiguos, así como baterías de misiles SA-300 de defensa antiaérea. Asimismo se atacaron una serie de bases aéreas con escasa precisión y fortuna. Rusia dispone en el teatro de operaciones con unos 300 aviones SU-30 y SU-35. Existen tres posibles razones concurrentes para esta escasa intervención si la comparamos con Iraq en 2003.

La primera es la escasez de munición guiada, de hecho en Siria sólo algunos SU-34 fueron capaces de utilizarlas, y según la inteligencia Occidental, el inventario es más bien bajo. Esto explica el amplio uso de bombas convencionales de escasa precisión. Para conseguir la precisión deseada los aviones de combate deben bajar de los diez mil pies quedando al alcance de los Stinger que tardan unos cuatro segundos en alcanzar su objetivo. Igual ha ocurrido con los helicópteros. En Siria algunos convoyes era escoltados por helicópteros que sufrieron numerosas bajas por el escaso dominio del espacio aéreo. Finalmente, las bases occidentales de Kolomyja y Starokostiatyniv en el comando occidental desde la que operan los MIG 29 ucranianos no han sido atacadas, y esto explica que después de diez días, todavía Rusia no tiene el control del espacio aéreo. Quizás le quede a Ucrania una semana para perderlo si no recibe aviones operativos.

Fallos de logística

Una estructura diseñada para batallones de guerra híbrida presenta unos requerimientos de logística totalmente diferentes de una invasión a gran escala. El ratio de unidades operativas y de logística es muy bajo, apenas un efectivo para cinco operativos, lo que ha implicado defectos en el suministro de gasolina, repuestos, talleres, alimentos, munición etc. A medida que se vaya ocupando territorio surgirá el problema añadido de la fuerza de ocupación. Cada vez son menos los hombres rusos que quedan para combatir. Si Rusia no duplica la fuerza hasta unos trescientos mil hombres en los próximos diez días, tendrá grandes problemas para avanzar y mantener asegurada la retaguardia.

Diferente motivación

Según los primeros informes de que disponemos al menos la mitad de las fuerzas rusas son militares que están cumpliendo con su servicio militar obligatorio, no son profesionales y sus edades ronda entre los dieciocho y veinte años; con apenas unos cuatro meses de entrenamiento y desplegados durante meses en campamentos a muchos grados bajo cero. No comparten en una gran parte ni la misión ni están preparados para el combate como agresores. Los ucranianos no sólo están motivados en la defensa de su país, sino que conocen el terreno y al menos en el peor de los casos están equiparados en experiencia a los rusos. A medida que los combates sean más duros y agresivos, podremos ver cómo esta situación afecta negativamente a la moral del atacante.

El retraso en alcanzar objetivos puede cambiar el curso de la guerra

Si analizamos el mapa, Rusia apenas ha conseguido entrar en el sur más de doscientos kilómetros, mientras que los avances en Oriente y Norte son inferiores a 100 kilómetros, debido sobre todo a la mala planeación de las operaciones y los medios. En estos quince días, Ucrania ha tomado conciencia de la realidad, ha conseguido reclutar una fuerza que seguramente hoy triplica a la rusa y ha recibido una cantidad ingente de material muy apropiado para la defensa del territorio, y que no requiere de preparación. Mi hijo de diez años era capaz de manejar el C-90 en el simulador con cero experiencia. Ucrania necesita armamento ligero y de alta movilidad para vencer al pesado y lento ejército ruso, y cada día que pasa, Ucrania está mejor preparada y Rusia peor.

El equipamiento ruso

Mucho se ha hablado en estos días de que Rusia no está usando su mejor armamento en Ucrania, y se citan muy diversas razones. Pero la realidad es que los programas de rearme ruso han chocado en los últimos quince años con la burocracia, la escasez de presupuestos y el déficit tecnológico en muchos campos. El programa de armamento (SAP 2008-2017) según los datos del propio ministerio ruso sólo alcanzó en 70% de sus objetivos, debido sobre todo a los bajos precios del petróleo y el gas en el periodo, un 30% inferiores a los previstos en el programa. Hay áreas donde no se alcanzaron ni el 20% de sus objetivos.

Si nos fijamos en el armamento terrestre apenas se han modernizado unos cientos de plataformas T-72 hacia el T-72B3 y B3M y en menor medida los T-90M. Sin embargo los programas de nuevas plataformas no han sido exitosas- Del T-14, apenas se han entregado unas docenas de unidades y el T-15 IFV sigue en pruebas con numerosos problemas. Se recibieron algunas baterías del autopropulsado de 155 mm Koalitsiya y se han modernizado unas doscientas unidades de los antiguos de 203 mm que si están en operación en Ucrania En el campo de misiles y unidades lanza cohetes, los avances han sido más significativos. Los iskander con un alcance de 500 kilómetros han sido desplegados, y se han modernizado el MLRS BM-30 y el BM-21 Grad. En cuanto a los blindados sobre ruedas se han realizado mejoras muy limitadas sobre los BTR-80

En cuanto a las fuerzas aéreas, el anterior programa de modernización, con el reemplazo de las viejas plataformas SU-27 y MIG_29 por los nuevos SU-34 y Su-30 ha sido muy lento. También se ha abordado la modernización de las flotas de helicópteros con los Mi 28N Havoc y el K-52 de ataque Hokum, mientras que la flota de transporte de ala rotatoria descansa sobre los viejos Mi-26 y Mi-8 y la de transporte sigue siendo muy antigua.

Es decir, que los tan cacareados nuevos sistemas de armas o no existen, o no se han integrado en las unidades o sufren enormes retrasos. Podríamos decir que Rusia es un gigante militar que desprovisto del armamento nuclear sería derrotado si se empeñara en una guerra más amplia contra la OTAN.

Equilibrio de fuerzas

El gran error ruso es que no planteó la operación como un torrente de fuerza y rapidez para destruir la capacidad militar ucraniana y derribar al gobierno, también es cierto que nunca en su historia han sido capaces de alcanzar esta experiencia. Básicamente Rusia le ha cedido a Ucrania dos semanas para prepararse y el 90% del territorio nacional. Disponer de fuerza aérea o de elementos pesados de combate no les serviría a los ucranianos, ya que serían rápidamente detectados y eliminados, de ahí que todas sus posibilidades de defensa se basen en armamento ligero y fácilmente desplegable.

El problema es que les exige acercarse muchos a las unidades rusas, pero éstos se ofrecen a pecho descubierto lo que les está produciendo pérdidas enormes, casi un diez por ciento de los carros y blindados rusos están dañados o inmovilizados. No obstante, la victoria ucraniana depende de un flujo continuado y creciente de material desde Occidente, y necesitan mejorar su capacidad antiaérea de más alta cota, artillería ligera 106mm, morteros 81mm y sobre todo granadas y munición. En este tipo de enfrentamiento con su superioridad numérica sus opciones ganan sustancialmente. Los bombardeos rusos apenas están dañando a esta capacidad de combate.

¿Escenarios para las próximas semanas?

Si Ucrania resiste y dispone del oeste del país para suministrarse de armas y es capaz de organizar una resistencia interna en las ciudades ocupadas, veremos una guerra larga, quizás meses, con una brutal represión en las zonas ocupadas y que seguramente culminaría con un gran despliegue de destrucción por parte de Rusia, o un cese de actividades militares para hacer una Ucrania inviable a medio plazo, algo parecido a lo de Chipre.

Rusia siempre ha utilizado el terror para amedrentar a la población civil y crear un sentimiento de resignación ante la derrota, y en esta clave se entiende la destrucción perfectamente definida de ciudades y de ataques a la población civil. Sin embargo, si bien podrían matar a decenas de miles de ucranianos, están generando una reacción internacional y en la propia Ucrania de mayor resistencia. Por lo que me cuentan mis amigos rusos, ya es voz pública en Rusia los miles de muertos y la destrucción que están produciendo las tropas rusas, lo que está haciendo que el apoyo a Putin esté cayendo en picado.

El gran riesgo de Ucrania es que caiga la capital y el presidente desaparezca, sin que seamos capaces de definir cuál sería la motivación de los soldados ucranianos en este caso; la supervivencia de Zelenski en el conflicto es clave para la motivación propia y el mantenimiento de la ayuda internacional.

Quizás si la guerra se alarga demasiado y Rusia teme que, si se le va la mano, habrá reacción Occidental, propondrá una paz rápida requiriendo la neutralidad y el reconocimiento de la anexión del Donbass y Crimea. Si las tropas rusas se atascan en la toma de Kiev, llegan las lluvias, y son incapaces de avances significativos sobre el terreno, los ucranianos tendrían una oportunidad incluso para recuperar territorio. En definitiva, si antes de comenzar la invasión nos imaginábamos un 1940 con la Blitzkrieg, ahora estamos en 1942 en el Alamein y Stalingrado, es decir podría cambiar el curso de la guerra, pero todavía con resultado incierto. Estamos como diría Churchill en sus memoria de guerra en "el gozne del destino".

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