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Enrique Navarro

Rusia perderá la guerra y el error de China

¿Qué pasará cuando Rusia se haya anexionado Ucrania, y deba mantener una fuerza de ocupación permanente de unos doscientos mil hombres durante años?

¿Qué pasará cuando Rusia se haya anexionado Ucrania, y deba mantener una fuerza de ocupación permanente de unos doscientos mil hombres durante años?
Muñecas rusas en un mercado de Atenas. | EFE

La supervivencia de la resistencia ucraniana depende de la llegada ininterrumpida de víveres para la población y de armamento, cada vez más sofisticado ante la evolución del conflicto, para sus tropas. Pensemos que Rusia sólo necesita armar y dar de comer en Ucrania a unos 200.000 hombres, mientras que los ucranianos necesitan dar de comer a cuarenta millones de personas y armar a un ejército de unos trescientos mil efectivos.

Es en esta clave como debemos entender el inicio de los bombardeos –que serán mucho más intensivos en los próximos días– en el oeste de Ucrania. Rusia ha tenido grandes fracasos militares cuando sus enemigos les cortaron sus líneas de suministros como ocurrió con los finlandeses en Llomantsi, e imagino que habrán aprendido la lección. Un ejército como el ruso necesita cada día unos dos millones de litros de gasolina y unas treintamil toneladas de munición, más unas 250.000 raciones de campaña y mil metros cúbicos de agua que deben llegar a todos los frentes. Para ese esfuerzo cuentan con más de dos mil camiones que llevan a diario todos estos suministros a sus tropas desde Rusia y Bielorrusia.

Mil camiones diarios

Por su parte, para mantener el pulso defensivo y no caer en la desesperación Ucrania necesita tener expeditas líneas de avituallamiento para recibir más de mil camiones diarios de armamento, munición, gasolina y comida para las tropas y me temo que no llegan a la décima parte los suministros occidentales. Con la campaña iniciada por Rusia en la frontera polaca estas líneas podrían desaparecer en un par de semanas y entonces los ucranianos tendrán que defenderse a palos. Estamos lejísimos de dotar al ejército ucraniano de capacidad de resistencia y esto mermará mucho la moral y, en consecuencia, la capacidad de resistir a la invasión.

Los ataques despiadados de la artillería y la aviación rusa, y el continuo avance en todos los frentes dificultan cada vez más la capacidad de contraofensiva. Ucrania depende de que lleguen las lluvias que atasquen al enemigo y de una reorganización de sus fuerzas dejando más espacio a los rusos, que están a punto de tomar Kiev sin haberse alejado más de doscientos kilómetros de sus líneas de partida. Y ésta es su principal ventaja: tienen muy cercas sus fuentes de avituallamiento. Saben de sus problemas logísticos y por eso el avance es lento de forma meditada, es la única manera de ganar esta guerra con solo 200.000 hombres, sin tener que dedicar grandes recursos a las zonas ocupadas y al avituallamiento.

Por el otro lado, Ucrania necesita multiplicar por diez el actual flujo de armamento que tiene que recorrer media Ucrania para llegar al frente, medicinas y alimentos, que vengan las lluvias y que Dios les ayude. Son demasiadas cosas a la vez.

¿Y después de la anexión?

¿Pero qué pasará después de que Rusia se haya anexionado Ucrania, y deba mantener una fuerza de ocupación permanente de unos doscientos mil hombres durante años? Putin no tiene mucho tiempo vital para continuar con la beligerancia que es su único objetivo, pero seguramente cambiará la estrategia, ya no será Rusia quien se enfrente directamente a la OTAN: al día siguiente comenzará la guerra híbrida contra Occidente y seguramente nadie estará dispuesto a apretar el botón nuclear por unas cuantas operaciones militares en África o Asia, o por unos cuantos ciberataques que colapsen nuestro sistema financiero o electoral.

Las sanciones no comenzarán a hacer mella efectiva en Rusia hasta transcurridos unos tres años. A corto y medio plazo, Rusia está mucho mejor preparada que Occidente para resistir el entorno económico y no sólo por la mayor capacidad de resistencia del pobre pueblo ruso.

Rusia exporta bienes por valor de 410.000 millones de dólares, básicamente energía, materias primas y alimentos, siendo su principal destinatario Europa. Es decir, que mantendrá un muy alto porcentaje de sus exportaciones con aquellos países neutrales o con China, ya que el propio reordenamiento de las fuentes de suministro llevará a que los incrementos de exportaciones de terceros países hacia Europa y Estados Unidos, se compensen con mayores exportaciones rusas al gigante asiático.

Sin embargo, las importaciones de Rusia desde Occidente o China son de maquinaria, bienes de equipo, productos que no tienen un impacto diario en la industria o en el consumo. La guerra puede retrasar comprar un coche o incorporar un taller de mecanizado, pero no se puede ir a trabajar sin gasolina.

Occidente podría importar el GNL que actualmente Australia exporta a China y que supone el 40% del total que compra el gigante asiático y, a cambio, China comprarlo de Rusia, aunque la operación no es tan fácil ya que haría falta una infraestructura que ahora no existe. Es decir, que Rusia mantendrá un alto porcentaje de sus exportaciones con menor número de importaciones lo que llevará a que sus reservas en divisas, básicamente en Renminbi, continuarán creciendo a pesar de las sanciones, y de esta manera financiará mejor la guerra y sus programas de armamento.

La economía rusa no es una economía moderna, si exceptuamos las grandes ciudades, en las que vive un 20% de la población. En amplias zonas rurales existe una economía informal que supera el 50%. Esto quiere decir que todo este tipo de sanciones no van a demoler los cimientos de la estructura económica rusa al menos en los próximos cinco años.

La ventaja de Occidente

Pero ¿cuándo comenzará Occidente a ganar la guerra? Se puede decir que ya hay movimientos muy interesantes. Las alabanzas de Maduro a su nueva alianza con Estados Unidos indican que muchos gobiernos que apostaron por Rusia giran ahora sus ojos hacia aliados que tengan mayor capacidad de supervivencia. Lo mismo podemos observar en otros países como Angola, Kazajistán, Mongolia e incluso China, que están apostando a largo plazo al default económico y político de Rusia, que ya es un aliado débil si no se tiene frontera directa con él.

Occidente pasará unos años de recesión, con subidas muy significativas de precios, especialmente de la energía, pero dispone de muchos instrumentos para soportar la carga. Rusia ha permitido resucitar Bretton Woods, es decir la acción coordinada de todas las economías occidentales a la que pronto se unirá China. El régimen de Beijing sobrevivirá si mantiene el crecimiento económico de su población y eso depende de la salud económica de Occidente. Serán años de recesión, pérdidas importantes de empleo, pero una vez se reconduzcan los flujos energéticos en un lustro, Occidente recuperará el pulso económico, aunque no será sin sacrificios. También debemos pensar que cuando está en juego la supervivencia física hay que sacrificar otras prioridades.

El final del régimen de Putin

Rusia se empobrecerá de todas maneras, no podrá mantener su industria, y comenzará una fuerte recesión que supondrá una caída del PIB del 25% en dos años; sus nuevos clientes no serán tan solventes y no buscarán la seguridad de Rusia sino su liquidación. El régimen de Putin se ha mantenido con la ilusión de los oligarcas y su clase media viajando por el mundo; los primeros pronto serán clase media y esta será clase obrera o desempleada. Este será el final del régimen de Putin, con un poco de suerte antes de 2030, siempre y cuando no aflojemos en las sanciones ni en la unidad occidental, cualquiera que sea el movimiento que haga Rusia en beneficio del mundo libre.

La aparición de China en escena es muy interesante. China no va a prestar ayuda militar a Rusia, porque no es interoperable, y tampoco económica. Rusia le ha hecho dos grandes faenas al régimen chino: ha despertado a Occidente militarmente, lo que limitará mucho su capacidad de acción en Extremo Oriente y, además, si quiere mantener su imperio económico basado en las exportaciones no puede mirar hacia Moscú, no tiene nada que ganar y sí mucho que perder. En cualquier caso, para China desbancar a Rusia en la lucha por la hegemonía mundial la convertirá en el único interlocutor mundial con el resto del mundo.

Ucrania volverá a ser independiente y libre; Occidente se habrá quitado de encima otro de esos tiranos que da el mundo cada cierto tiempo y volverá a la prosperidad, pero en el camino se quedarán decenas de miles de ucranianos, hombres mujeres y niños que morirán por el afán aniquilador de un sátrapa que mantiene a sus amantes con sus cuentas repletas en Suiza como si se tratara del zar Alejandro o de Vladimir Lenin.

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