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Eva Miquel Subías

Ámame hasta el final de la batalla

El apuesto Brown ha sabido aprovechar el desencanto de muchos supporters de Barack Obama que empiezan a ver en su hechizante sonrisa los puntos débiles que no ha sabido reforzar.

Arranca la precampaña en Cataluña. Agárrense que vienen curvas. Once largos y prometedores meses donde los ejemplares y entusiastas líderes políticos nos deleitarán con declaraciones más epatantes de lo habitual y nos proporcionarán escenas subiditas de tono con encuentros y desencuentros programados al milímetro.

Los tiempos manejados son cada día más similares a los americanos y por ello será que nuestros amigos convergentes se han inspirado en cintas taquilleras como Braveheart para presentar uno de sus videos. Supongo que muchos de ustedes recordarán a William Wallace, el carismático héroe escocés al que da vida Mel Gibson y que lidera la revuelta popular contra el cruel rey Eduardo I de Inglaterra para liberar a su tierra del dominio inglés.

Pues bien, los chicos de Artur Mas han confeccionado un corto basado en una de las escenas de reyerta en la que vemos a dos bandos portando banderas –algunas de ellas independentistas– y voluntarios de diferentes razas que, al encontrarse cara a cara, frente a frente, deciden aparcar la lucha y establecer un cordial encuentro, con fraternales abrazos mientras una voz en off proclama: "Ahora todos los que queremos hacer algo por Cataluña, tenemos un lugar para encontrarnos, cativistes.cat", una web de CiU de reciente creación. ¿A que se les empieza a caer la lagrimilla?

Esperen, hay más. En otra de las cintas de presentación, los activos y ansiosos convergentes realizan una comparación entre el proceso de precampaña con el del enamoramiento. Para ello, muestran a unos compañeros de trabajo que, tras varias miradas, roces y tropiezos, acaban besándose para venir a decir que "comenzar ilusiona", convirtiéndose éste en el lema de la nueva imagen.

Ver a los muchachos de Artur Mas en plan pillastrón tiene cierta gracia aunque, ya puestos, tendría mucho más impacto si apareciera su líder natural en alguna instantánea como el recién elegido senador republicano por Massachussets. Las fotografías de Scott Brown posando semidesnudo para la revista Cosmopolitan a principios de los años ochenta y con las que se llevó el galardón al hombre más sensual de los Estados Unidos habrá sido de buen seguro un estimulante para algunas y algunos de los votantes de uno de los estados con mayor tradición demócrata. Con el poso de los años y algunas canas, el apuesto Brown ha sabido aprovechar el desencanto de muchos supporters de Barack Obama que empiezan a ver en su hechizante sonrisa los puntos débiles que no ha sabido reforzar.

Si añadimos a todo esto lo que cuenta en su demoledora columna Salvador Sostres en la edición catalana de El Mundo relatando con todo lujo de detalles y a pecho descubierto cómo Josep Lluis Carod-Rovira coqueteó con la propia madre del periodista y cómo le propuso ir a tomar una copa a horas intempestivas para comentar una entrevista en TV3, está claro que nos encontramos ante un período pre-electoral que promete ser todo un apasionante culebrón doméstico.

Mientras, el otro líder de la coalición convergente, Josep Antoni Duran i Lleida ha decidido aceptar la invitación de José Luís Rodríguez Zapatero para acudir al Desayuno-Oración más cool del momento. Y es que el jefe de los democristianos catalanes, presidente de la Comisión de Exteriores del Congreso, no está para historias que ya tiene superadas.

Pero se marcha con un deber pendiente. Porque lo que tenía que haber explicado a los autores del video, como hombre de vasta experiencia y recorrido, es que iniciar un proyecto, una relación o un flirteo, ilusiona y te hace sentir muy vivo, estamos de acuerdo.

Lo que ya es más complicado es recobrar esa ilusión tras más de veinte años de enamoramiento, rutina y desencanto, veintitrés, para ser exactos, que es lo duró la única relación estable del padre de los convergentes con los catalanes. Puedes tener un azaroso encuentro en el que rememores viejos tiempos, recuerdes alguna canción de esas que no puedes evitar dejarte llevar al escucharla por lo que inevitablemente evoca y, en definitiva, compartir una última cena. Pero si de lo que se trata es de cautivar, emocionar, implicarte con todas las consecuencias, trazar rutas en común y reconquistarte para un definitivo y largo viaje, mis amigos de CiU van a necesitar mucho más que un simple coqueteo entre despachos.

Y es que seducir con un proyecto serio, aparcar la habitual ambigüedad y subsanar los errores del pasado requiere un pundonor que no se verá hasta el final de la dura batalla, que va mucho más allá de la contienda electoral.

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