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Eva Miquel Subías

La costra catalaneta

El look casual y el rostro relajado y campechano que lucía Fèlix Millet a su salida de los juzgados te da algunas pistas de cómo puede evolucionar todo el proceso.

Ahora que, según apunta un amigo, el espíritu de Milton Friedman ha sido sustituido en Cataluña por el de Pilar Rahola, ahora que ya sabemos que Alfredo Pérez Rubalcaba les "pone" a muchas y ahora que ya hemos constatado lo que nos temíamos, que Fèlix Millet va a seguir paseando por las calles de la ciudad condal con la cabeza bien alta, leo algo que resume algunas de las sensaciones que últimamente tenemos muchos.

Y como a una servidora también le "pone" quien se encuentra al frente del Ministerio del Interior, pero de mala uva, vamos a ver si nos relajamos un pelín con otros asuntos.

A lo que iba. Xavier Sardà ha confesado que "se m´inflen els nassos" y "m´emprenyo molt amb TV3, que és la crosta catalaneta", que, aunque en catalán suene algo más suave, significa que se le han hinchado las narices y que se cabrea mucho con la televisión autonómica catalana, a la que califica de costra catalanita. Y ha criticado, en este sentido y entre otras cuestiones, el seguimiento que hizo la televisión pública sobre la consulta popular en Arenys de Munt sobre la autodeterminación.

Dejando de lado la personal estima que le tengo a Sardà, tras haber pasado tres temporadas como colaboradora en su programa de La Ventana hace ya unos cuantos añitos y del que debo decir que, estando ubicado ideológicamente justamente en mis antípodas, nunca nadie me dio tanta cancha y me ofreció tanto respeto, quiero agradecer sus palabras por la importancia que tienen viniendo de quien vienen y en una sociedad en la que el sectarismo se ha instalado en todos los ámbitos.

Por cierto, y ya que sacamos el tema, según el último informe de Reporteros sin Fronteras, España desciende del puesto 36 al 44 en la clasificación mundial en cuanto a libertad de prensa, así que cuidado con este pequeño toque a navegantes, que ya sabemos lo que puede llegar a complicarse el viraje.

No hace muchas horas hablaba con alguien que conoce muy de cerca el entramado del caso-saqueo Palau de la Música y, desde una óptica jurídica del asunto, esta persona, como lamentablemente todas con las que he podido hablar al respecto del tema, ha acabado diciendo lo mismo. Demasiados intereses, demasiados hilos, demasiados implicados. Que cada uno piense lo que quiera.

Desde luego, el look casual y el rostro relajado y campechano que lucía Fèlix Millet a su salida de los juzgados te da algunas pistas de cómo puede evolucionar todo el proceso.

¿Saben qué pienso? Que cada día habrá una noticia, sea de la índole que sea, que irá cubriendo un pedacito de la crónica todavía no rematada de uno de los mayores escándalos de los últimos años en la sociedad catalana. Con lo que, un día por la previsible espantá de Montserrat Nebrera –sería interesante analizar uno por uno el destino que ha marcado a los ex número dos del PPC–, otro por el ascenso del actual líder de ERC al Puigmal en una malísima imitación de las costumbres pujolísticas, u otro por la última tontería de turno de Joan Laporta, el rostro en blanco y negro del otrora referente de la burguesía barcelonesa se irá difuminando como las fotos de un nuevo y reconfortante amor revisten tu cuarto sobreponiéndose al anterior. Ni más ni menos.

Sardá ha dado en el clavo, porque efectivamente de una gran costra se trata. Y en nuestra tierra ya se está cogiendo el gustito desde hace tiempo a instalarse bajo ella, en la herida, bien calentitos. Tocados pero nunca hundidos.

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