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Eva Miquel Subías

La sociabilidad de las redes sociales

Si te dedicas a la tarea política tienes que aparecer en una o en varias de estas redes si quieres estar en la onda online. Hay algunos que tienen más amigos que votos, algo que no deja de ser curioso.

"Orgullosos de ser culés y españoles". Este es el lema de un grupo en Facebook que reivindica la compatibilidad de esta aparente incompatibilidad. Quizás una servidora sea una contradicción hecha mujer y no se había percatado de ello, porque es una absoluta supporter del Futbol Club Barcelona desde que tiene uso de razón, al tiempo que ha amado a España desde su barcelonés nacimiento sin haberle supuesto ello el más mínimo inconveniente hasta la fecha. Y todo ello, a pesar de Joan Laporta. Faltaría más.

Sin embargo, hay otros asuntos que sí me parecen ciertamente contrapuestos, discordantes y chirriantes entre ellos. Veamos algunos.

Dejando de lado numerosos episodios cotidianos de corte bomberil-piromaníaco, e incluso algunos con un toque de clara mezquindad, tales como supuestos piadosos que se acercan a llorar en primerísima fila a alguien desaparecido a quien en vida no habían dejado de boicotear; o jefes de protocolo que se pasan el día vociferando a sus compañeros aporreándoles verbalmente con cubiertos de mesa que ni ellos mismos saben manejar; o consejeros de la Generalitat de Cataluña de Interior que tienen que proceder al desalojo de aquellos junto a los que gustosamente se alinearía de no haber sido por la seducción de tantos años de cuatribarrada moqueta y corbatas de Armand Basi, hay algo que, en mi humilde opinión, encierra un mundo de contradicciones.

Las denominadas redes sociales, esos must de la comunicación audivisual del tipo Facebook o Twitter y de los que un reciente estudio advierte del temor a que muchos usuarios no sean capaces de experimentar plenamente emociones relacionadas con los demás, pretenden ser herramientas para, entre otras cosas, aumentar nuestras relaciones sociales.

No deja de llamar mi atención que muchos facebookeros o twitteros que ven ensanchar cada día su lista de presuntos amigos no sean capaces de dar los buenos días al conductor de un autobús, de saludar a quien regenta la portería del edificio donde residen o demuestren una total inhabilidad a la hora de establecer una conversación con cualquiera.

¿Podrían explicarme por qué debemos agregar a alguien como amiga o amigo si no les hemos visto la cara en nuestras vidas? ¿Qué interés puede tener saber lo que supuestamente está haciendo fulanito en ese momento si no lo conocemos de nada? ¿A qué viene esa extraña y absurda competición al estilo "yo quiero tener un millón de amigos" de Roberto Carlos?

No creo de ningún modo que ser sociable signifique entrar en una determinada red social virtual, enviar un correo electrónico a todos los contactos y remitir todo tipo de mensajes según nos van llegando sin ningún filtro. Porque eso, en mi pueblo, es lo que se ha venido calificando como un auténtico pesado, leñazo o taladro, de los de toda la vida.

Ahora, según parece, si te dedicas a la tarea política tienes que aparecer en una o en varias de estas redes si quieres estar en la onda online. Hay algunos que tienen más amigos que votos, algo que no deja de ser curioso, como la lectura de sus perfiles, pero eso da para otra pieza.

Sin ir más lejos, hace pocos días danzando por la Gran Muralla oí a un español que le gritaba a otro a punto de desparramarse cabeza abajo por la árida montaña china: "anda Gonzalo corre, hazme una foto rapidita, que es para el Facebook".

¡Pero si hasta Jennifer Aniston ha decidido romper su relación con John Mayer por la adicción de éste a enviar mensajitos a través de Twitter! A todos y cada uno de sus seguidores menos a la protagonista de Friends, a la que le decía que andaba muy ocupado en el trabajo. Otra ironía más para incluir en la canción de Alanis Morrisette. Pero ¿cómo se puede, teniendo como novia a la cada día más espléndida Aniston, no hacerle puñetero caso y engañarle con amigos virtuales?

De todas maneras, hay que reconocer que con este sistema nuestra amiga se habrá podido ahorrar muchos cables de teléfonos fijos arrancados de cuajo y algún que otro celular estampado contra la pared. A mis amigas seguro que les suena esto, pero tampoco viene ahora al caso.

Y volviendo a las contradicciones, creo que me olvidé de comentar algo hoy en Facebook, mientras decido darme o no de baja, porque a mí, que este Zuckerberg sea nuestro particular Gran Hermano para toda la vida no me hace pizca de gracia. Qué quieren que les diga.

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