Menú
Eva Miquel Subías

Lo que ha unido el fútbol...

Iker Casillas y Xavi Hernández reflejan en sus rostros el carácter español. Sencillos, luchadores, apasionados y con garra, mucha garra.

A pesar de mi confesada simpatía barcelonista, jamás suelo hablar de fútbol. Y últimamente, desde que me prodigo por los resbaladizos aunque apasionantes 140 caracteres de Twitter, menos todavía. No en vano más de la mitad de mis seguidores son fervientes merengones que me canean a la mínima en cuanto retransmito cualquier partido entre ambas formaciones.

Mi contención y represión ha sido tal que ni siquiera he comentado el capítulo del pobre niño rico portugués, que anda alicaído en las últimas horas, con un gesto agrio especialmente llamativo durante la entrega del Balón de Oro a Andrés Iniesta.

Así que no entraré en explicar las curiosas razones por las que este magnífico jugador del Real Madrid no me entusiasma demasiado. Es más, ni siquiera me atreveré a decir que es capaz de reunir en un pack todo aquello que me horripila de un hombre. Pero vamos, no me lo tengan en cuenta. Es que una es algo rarita. También me pasa con Briatore.

Veamos. Ha sido precisamente un buen amigo, madridista hasta las trancas, quien me recordaba –minutos antes de escribirles esto– lo mucho que entraña la entrega del Premio Príncipe de Asturias del Deporte a dos deportistas españoles de primerísimo nivel.

Iker Casillas y Xavi Hernández, rivales en el terreno de juego, compañeros en el mismo gracias a la Selección Española y amigos fuera de los complicados vestuarios de sus correspondientes equipos, se han hecho con tan prestigioso galardón –a propuesta de Joseph S. Blatter, presidente de la FIFA–, superando al más que meritorio Comité Paralímpico Internacional.

No me gustaría ponerme nada cursi con el asunto. Francamente. Ambos jugadores me gustan y me caen estupendamente. Pero eso es lo de menos. Lo verdaderamente reseñable es lo que supone y simboliza este reconocimiento. Tampoco entraré en paranoias conspiratorias diversas que ya circulan alrededor de este galardón, porque, además de mi total desconocimiento, me da mucha pereza.

Pero tampoco quiero dejar de decir que estos dos jóvenes deportistas representan muchas de las cualidades y valores de nuestra querida España. No sólo por el esfuerzo, la perseverancia, las ganas de luchar y el afán de superación que los caracterizan. También por su calidad humana y por los innumerables detalles de generosidad y buen hacer que nos brindan. Nuestra querida España, con su diversidad y el amplio abanico cultural, paisajístico, lingüístico y de otros órdenes que tenemos el privilegio de poseer.

Tampoco voy a entrar en el precalentamiento –no precisamente deportivo– que estamos viviendo en mi querida tierra ante el próximo 11 de Septiembre, y la animación que desde las instituciones se está generando para lograr una asistencia masiva a la manifestación prevista, de claro tinte independentista. Y por la misma razón que he apuntado antes. Pereza. Y además, en este caso, pena. Mucha pena.

Una cosa les diré. Hace tiempo que dejé de ir al Camp Nou. Y hace tiempo que he dejado de ir al Santiago Bernabéu. Ya no me compensa. Pero ninguno de los dos. Y dejó de compensarme el día en el que el deporte pasó a ser otra cosa. Entre otras cuestiones, porque no me casa ninguno de los supuestos sellos que debería llevar grabado a fuego en el muslo. No me cuadran las etiquetas. Y eso, queridos amigos, hace que te sientas desubicada y manifiestamente incómoda en cualquiera de esos ámbitos.

Quizás por este motivo me ha hecho ilusión el Premio Príncipe de Asturias a estos dos chavales. Porque ambos reflejan en sus rostros lo que realmente significa el carácter español. Sencillos, luchadores, apasionados y con garra, mucha garra. Y algo más, pero ahora tampoco viene al caso. Enhorabuena, chicos.

Temas

En España

    0
    comentarios