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Eva Miquel Subías

Show must go on

El brindis, para información de estos cuatribarrados muchachos, lo estaban dedicando, con copas de cava, al triunfo de la selección española ante Portugal, cuyos miles de seguidores se concentraban en los establecimientos de los alrededores.

En pleno transcurso de huelga brutal de los trabajadores de Metro de Madrid, leo una entrevista en La Vanguardia a un catedrático de Psicología y Conducta Social en la Universidad de California. Al parecer, la ira y el enfado consumen nuestros recursos, aunque, por otro lado, otorga energía a nuestro organismo y puede tener una función comunicativa.

Intento poner en práctica sus consejos, tales como proceder a una respiración lenta y profunda al tiempo que procuro que mi mente se comporte como un termostato para aprender a controlar "ese líquido caliente que está en el recipiente". Complicado. Muy complicado.

Coincide en ese proceso la ansiada sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatut de Catalunya, con la nulidad de catorce preceptos y la nulidad parcial de otros veintisiete, así como, a pesar de mantener en el preámbulo el término nación, se añade la especificación de que éste carece de eficacia jurídica interpretativa en un deseo claro de no tensar en exceso la cuerda. Pero no obviemos que los preámbulos puntualizan, precisan y describen lo que a continuación se va a desarrollar, con lo que la importancia de los mismos es más que considerable.

Tras casi cuatro años y un par de noches de deliberación, durante los cuales los expertos en nuestra Carta Magna no han hecho más que dar alas a un texto que ya se alumbró defectuoso y con numerosas y fundamentales anotaciones a pie de página y en los márgenes, han procurado ahora dar cera y pulir lo más sutilmente posible su contenido para no ofender demasiado ni a unos ni a otros.

Como bien apunta Francesc de Carreras, Jordi Pujol nunca quiso reformar el Estatut de 1979 porque era buen sabedor de lo que podría ocurrir, pero las ansias de poder de un tripartito que ha conducido a Cataluña a la pérdida del prestigio adquirido con la concepción cortijil que han demostrado tener de ella, mucho más grande de lo que la mayoría de políticos catalanes llegarán a ser jamás, han llevado al pueblo catalán por una senda estéril y unas relaciones con el resto de España cada día más complicadas.

La reacción del presidente de la Generalitat convocando a los ciudadanos e instituciones catalanas a concentrarse el próximo 10 de julio en plan piquete's boy, pone de manifiesto –una vez más– el inexistente respeto institucional que tiene éste hacia el cargo que ostenta y representa. Acatando y con el mazo dando. Este es el resumen de su comportamiento.

Les diré, de todas maneras, que el "Brindis per la independència", lema con el que una plataforma independentista convocó a los catalanes el pasado martes –tras conocerse el fallo de la sentencia– en la Plaça de Sant Jaume, no llegó siquiera a llenar la mitad de la misma. El brindis, para información de estos cuatribarrados muchachos, lo estaban dedicando, con copas de cava, al triunfo de la selección española ante Portugal, cuyos miles de seguidores se concentraban en los establecimientos de los alrededores. Esa es la realidad.

La misma que ya avisó el mismo día en que se votaba el referéndum sobre el Estatut lo mucho que le importaba. La misma que sigue adelante, que vive e intenta prosperar al margen de una clase dirigente cada día más irresponsable, sin el menor sentido del pundonor, que se atreven a utilizar el nombre de Cataluña en vano y la exhiben impunemente haciéndola de manera injusta objeto de muchas iras y de muchos sentimientos heridos.

Cuando la escenificación de unos y otros toque a su fin, tras el ocaso de los Festivales de Verano, tanto los del Grec como los de la Villa, veremos cómo acaba tot plegat.

Porque ya sabemos que las grandes historias de amor, las más apasionadas, las más bellas, acaban siempre en tragedia, como dice la canción. Aunque numerosas son las que acaban sin más, de un día para el otro, sin apenas tiempo para despedirse.

En España

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