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IBEROAMÉRICA

¿Por qué quisiera El Salvador copiar a Brasil?

En el discurso que dio con motivo de su primer año de mandato, el presidente mencionó a Brasil entre los países exitosos económicamente a los que quisiera copiar para generar crecimiento. En el mismo aliento, dijo que quería que nuestra economía pasase de "especulativa" a "productiva".

En el discurso que dio con motivo de su primer año de mandato, el presidente mencionó a Brasil entre los países exitosos económicamente a los que quisiera copiar para generar crecimiento. En el mismo aliento, dijo que quería que nuestra economía pasase de "especulativa" a "productiva".
Mauricio Funes, presidente de El Salvador.
Estas dos afirmaciones juntas destemplan un poco la mente, como cuando uno escucha dos conceptos que son contradictorios, o el sonido de unas uñas que rayan una pizarra.

El concepto de economía especulativa existe en el lenguaje de mítines, pero no en los textos de economía. Tratando de hallarle sentido, uno puede interpretarlo como alusivo a una economía cuyos éxitos o fracasos se deben a cambios experimentados no en el terreno de la productividad, sino en el de los precios de los productos primarios que vende, como siempre ha sido y sigue siendo el caso de la economía brasileña.

El ingreso de Brasil, igual que el de cualquier especulador de productos primarios, depende de los movimientos de los precios de dichos productos. El PIB por habitante de Brasil se ha movido como si fuera un espejo de los movimientos de esos precios entre 1992 y 2008. Se estancó y cayó de 1995 a 2003 porque esos precios se estancaron y cayeron. Su éxito reciente se lo debe al aumento de esos precios, como consecuencia de la demanda china.

Es decir, las economías especulativas no existen; pero si existieran, Brasil sería una de ellas.

El Salvador, en cambio, es todo lo contrario a una economía especulativa. El Salvador se mantuvo estable a través de los años porque sus exportaciones son mayormente industriales y, por tanto, no sujetas a las fluctuaciones especulativas de los productos primarios.

En este punto, pues, nada hay que copiar de Brasil. Es evidente que el presidente se confundió de país. De países.

Bandera de Brasil.Tampoco es que tengamos mucho que copiar de la tasa de crecimiento a largo plazo del país sudamericano. Dicha tasa es la que importa, porque los precios de los productos primarios suben y bajan, las crisis van y vienen y otras circunstancias cambian... En el largo plazo, El Salvador ha crecido mucho más rápido que Brasil.

En general, no tenemos que copiar a los países que tienen más recursos naturales que nosotros y que están creciendo fuertemente porque los precios de esos recursos han subido, sino a los que usan sus recursos más eficientemente que nosotros para sacarles más ingresos. Esta eficiencia se mide con lo que se llama productividad total de los factores.

Si observamos este indicador para toda Latinoamérica, vemos que Brasil, la economía que el presidente Funes quiere copiar, tiene una productividad menor que la de El Salvador. Tampoco hay mucho que copiar por ahí. Mejor copiar a Chile, o a Costa Rica.

¿Y qué tal en términos de desigualdad? Como he escrito varias veces, la pobreza, no la desigualdad, es el problema del subdesarrollo (excepto para los envidiosos). Pero como el FMLN que gobierna el país tiene una obsesión con la desigualdad, vale la pena comparar la desigualdad de El Salvador con la de Brasil.

El Salvador es el sexto país con menos desigualdad de Latinoamérica. Brasil es el número 18. Es decir, es el país con más desigualdad de la región. Tampoco hay mucho que copiar ahí.

Esto no quiere decir que no haya muchas cosas que copiar del gigante sudamericano. La más importante es que allí han logrado dominar a los extremistas de izquierda que querían convertir Brasil en otra Cuba u otra Venezuela. Al hacerlo, han abierto la puerta a una alternancia en el poder en la que la destrucción institucional del país no es una posibilidad realista.

Los inversionistas pueden ya confiar en que Brasil no caerá presa de extremistas que quieran quitarles el fruto de sus ahorros. Esto, no un modelo económico especial, es lo que abrirá a Brasil las puertas del crecimiento sostenido y el camino al desarrollo.

Esto es lo que permitirá que Brasil invierta más en industria y servicios y pueda así independizarse de la especulación de los precios de los productos primarios.

La liberación de la sociedad del extremismo es lo que debemos copiar de Brasil. No es una lección trivial. Es fundamental para nuestro desarrollo, y es exactamente lo que necesitamos hoy.


© El Cato
 
MANUEL HINDS, ex ministro salvadoreño de Finanzas.
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