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Fabián C. Barrio

La Red de todos los días

Por mucho que nos asuste pensarlo, muy pronto toda nuestra vida estará conectada. No está lejos la lavadora enchufada a la Red, que seguramente decidirá el mejor programa para nuestro tipo de ropa. O el microondas que se descargará recetas. O la nevera que comprobará que no te falte de nada y haga el pedido por ti a través de Internet. Las máquinas, en un futuro más que cercano, empezarán a realizar por fin las actividades para las que fueron creadas en su origen (aunque ahora se han desmadrado los objetivos ligeramente): para hacer nuestra vida más sencilla.

En la actualidad, el fenómeno online tiene todavía un marco rígido, del que es difícil salir: la pantalla del ordenador. Este marco es intimidatorio, impone, asusta, especialmente a los que padecen del extendido aún analfabetismo digital, para quienes una web sigue pareciendo algo remoto, inhóspito, e incomprensible. Sin embargo, esta realidad irá entrando en nuestro día a día, y muy pronto las viejas cajas con teclados serán historia. Será entonces cuando los inversores se tiren de los pelos por haber abandonado el negocio puntocom cuando las cosas empezaron a ponerse un poco feas. Porque está claro que el futuro del consumo pasará inevitablemente por el embudo de lo digital.