Ahora que se ha demostrado cómo se lucha contra el terrorismo en francés, hay que seguir haciéndolo en español. Ahora que hemos podido comprobar, una vez más, cómo cuando un país tiene razón y además tiene a sus medios de comunicación presionando en el mismo sentido que su Gobierno resulta relativamente fácil enderezar un entuerto, hay que hacer lo mismo con otros escaparates de la sumisión al terrorismo vasco, por ejemplo el festival de San Sebastián.
Que en una ciudad donde se asesina a los políticos locales por defender la libertad no se ataque ni se critique un escaparate de cierto nivel como es su festival de cine sólo tiene una explicación: que los mandamases y mandamenos del festival donostiarra llevan haciendo muchos años lo mismo que el infame Jean-Marie Leblanc. ¿Para cuándo una revisión a fondo de este repugnante acatamiento anual de los dictados de la banda? ¿Para cuándo una auditoría económica y una investigación política de las concesiones que vienen haciéndose a la mafia etarra?
Hace unos meses, varios intelectuales destacados en la lucha contra la dictadura de ETA y sus diversas manifestaciones, asociaciones y caretas todavía legales pidieron que el Festival se comprometiera en la lucha contra el terror al menos con la misma intensidad con que los profesionales de la pantalla lo hicieron con el antiamericanismo a cuenta de la guerra de Irak. Como los hemos visto movilizándose por una causa tan dudosa como confusa, cabe pedirles que se aclaren en una causa que está clarísima. Si el Tour ha debido doblar la rodilla y, por utilizar una fórmula de cine negro, ha debido romper con la mafia para no tener problemas con la policía ¿seguirá pagando "protección" el tingladillo de los titiriteros filósofos? Atención a la próxima sesión.
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