Menú
Federico Jiménez Losantos

Aragón pierde dinero y queda en ridículo

Pese a la marejada demagógica sobre el Plan Hidrológico y su cortejo de trasvases, hay evidencias que ningún político puede ocultar, llámese Marcelino o como se llame. La principal es que si el agua es un bien escaso que puede producir mucha riqueza, ese bien tiene que tener un precio. Mejor dicho: lo tiene, lo que pasa es que hay quien no paga por él lo que tiene que pagar y quien no cobra por él lo que tiene que cobrar. La negociación de un posible trasvase del Ródano a Cataluña pone a las claras lo que siempre ha estado claro, pero que políticos sin escrúpulos, como el presidente aragonés, y estadistas sin sentido del Estado, ni de la nación, ni de la verdad, ni de la ética y la transparencia informativas han conseguido ocultar a la opinión pública. El agua tiene un precio. Lo estúpido es pretender lo contrario. Lo absurdo, si no resultara siniestro, es que Aragón, de la mano de su presidente-equilibrista se haya quedado sin poder negociar lo que al final tal vez los catalanes van a conseguir: que negocie España con Francia para acabar vendiéndoles agua a los valencianos.

Todos saldríamos ganando si en lugar de proclamar que "el agua es de todos los españoles" o que "Aragón tiene sed", dos gansadas pomposas que a la postre no significan nada, se hubiera tratado de tasar el precio del agua en España pensando en el futuro, es decir, en una sociedad de servicios y turismo, como la levantina actual, y no en una sociedad de agricultura antigua subvencionada, como trata de recrearse absurdamente en Aragón. Sucede que Marcelino Iglesias y el PSOE aragonés -el partido de Roldán- han visto en el trasvase y el botijo nacionalista y patriotero una herramienta para asentarse eternamente en el poder a lomos del PAR, de la Chunta y de la demagogia aldeana. Lo del Ródano, que hace tiempo anunciamos en Libertad Digital, deja en evidencia a los demagogos, a todos, pero a la larga deja en ridículo a Aragón, el Aragón turulato de Marcelino Iglesias, y además sin el dinero que podrían haber negociado de no encastillarse en un soberanismo de charco.

Por supuesto, antes de que llegue a cuajar esa negociación del agua del Ródano, el PAR estará diciendo en público lo que ya dice en privado: que en septiembre hay que empezar a negociar, porque lo de las movilizaciones contra el trasvase no lleva a ninguna parte. Lleva a donde siempre han querido ir: al poder. Aunque sea a costa de que Aragón se quede aparentemente, una vez más, con el santo y con la limosna, pero en realidad sin arte ni parte en el futuro. En su futuro y en el de España. Se veía venir y a la vista está.

En Opinión