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De buenas a primeras, Telefónica suspende su anunciada bajada de tarifas de fijo a móvil, un 9%, no sabemos bien por qué.

De primeras a segundas, Airtel, que estaba dispuesta a bajar sus tarifas de fijo a móvil un 9%, lo mismo que Telefónica, tampoco las baja, perdiendo una oportunidad excelente de competir y salir del marasmo que viene arrastrando por el cambio de propiedad. Misterio.

De terceras a cuartas, nos enteramos de que Amena-Retevisión no compartía el acuerdo de Telefónica-Airtel y que esa es la clave de la suspensión de la bajada de tarifas.

De cuartas a quintas, se filtra que Amena preparaba una campaña monstruo tras la anunciada bajada de tarifas del 9% de sus dos rivales, ofreciendo una bajada tres veces superior. Operación perfecta, deslealtades aparte, tanto en lo económico como en lo publicitario.

De quintas a sextas, aparece la ministra Birulés anunciando que la bajada de tarifas de Telefónica no es voluntaria sino obligada, y que debe hacerse y se hará.

De sextas a séptimas y últimas, nos enteramos, sin embargo, de que en Telefónica y Airtel se niegan a aceptar las órdenes de la ministra mientras no controle a su ex-empresa, Retevisión. Porque se recuerda que Birulés viene de allí, y que tal vez podía saber la jugada de Retevisión en este caso. Y si no la sabía, podía saberla. Y, en todo caso, no puede criticarla mucho, porque sería acusada de prevaricar a favor de Amena-Retevisión.

O sea, que Birulés no tiene la autoridad moral necesaria para que funcione su autoridad real. Y las tarifas, sin bajar.

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