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Coincidiendo con su septuagésimo aniversario, el Anfitrión de Gabo, más conocido en su isla como El Monstruo de Birán, Esteban Dido o Quien-tú-sabes, ha puesto en marcha una iniciativa que sin duda enriquece el acervo conceptual y moral del socialismo y también, por qué no consignarlo, el de la Rufianería Universal. En Cuba han empezado a multar en dólares a los menores de edad que se acercan a los turistas para ofrecer sus servicios, generalmente sexuales, ya que el turismo en la Isla no suele moverse por afán arqueológico. Cierto que hay ruinas humanas, algunas célebres y españolas, por lo común provenientes del mundo del espectáculo, capaces de llegar a Cuba con avidez juvenil, pero no precisamente para contemplar los estragos del tiempo en otras ruinas de tipo geológico o arquitectónico. Más bien buscan carne, cuanto más joven mejor, para transfundirse los fluidos vitales que les van faltando. Y ahí es donde interviene ahora la policía de Castro: coge a los jovencitos y jovencitas, los secuestra en coches sin distintivo oficial y los convence –de forma no necesariamente dialéctica– para que paguen en dólares, sólo en dólares, una cuantiosa multa por afrentar así a la Patria y al Socialismo.

Teniendo en cuenta que los cubanos sólo pueden trabajar cobrando en pesos, la moneda oficial de la isla, incluso si su tienda, hotel o pequeño negocio funciona con dólares, lo que está haciendo realmente Castro es azuzar a su policía para empujar a los menores de edad a vulnerar la ley zambulléndose en el mercado negro. Pero además se da el caso de que los menores de edad no pueden ser juzgados ni condenados, mucho menos multados en divisa extranjera y prohibida. La Constitución del régimen castrista prohibe taxativamente la detención de menores de edad. Solución revolucionaria: no se les detiene, se les secuestra. Oficialmente, la policía no ha actuado, pero, por la cuenta que le trae, ya se encargará el joven de utilizar su cuerpo para conseguir fondos y pagar la multa.

Los problemas legales y reales que supone el cobro en la divisa norteamericana se han solventado mediante un expediente no menos revolucionario por lo fulminante: o los muchachitos pagan en el acto con los dólares que han conseguido “molestando” al turista o se preocupan de “molestarlo” hasta conseguirlos. En rigor, el policía opera como chulo, pero no por su cuenta –salvo la comisión que su celo merece– sino por cuenta del Estado Macarra implantado en Cuba. Imaginemos que un jovencito o jovencita de airoso talle no quisiera acercarse cariñosamente a una folklórica española de noventa y siete años. Secuestrado por la policía y amenazado con ser tratado como enemigo del régimen, es posible, incluso muy probable, que se lance a la prostitución, siempre con el chulo a cuestas, que al tiempo que injuria y golpea a la criatura se lleva la parte del león del salario prohibido. Del “Socialismo o Muerte” (valga la redundancia) pasaron a “Revolución o Muerte”, dilema balsero por excelencia, y ahora a “Prostitución o Muerte”. El estadio superior del Socialismo no es el Comunismo, es el Estado Macarra Dolarizado (EMD), otra genial aportación al socialismo del Rufián de Birán.

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