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Federico Jiménez Losantos

Coreografía de la negociación

no faltará quien piense que alguien pueda ayudar a los etarras a demostrar una capacidad de destrucción que, hasta comenzar la rendición del Gobierno, no parecía tener pero que ahora conviene que demuestre

Es el segundo coche bomba en un mes. La legalización escandalosamente ilegal del nuevo partido de ETA en el Parlamento Vasco, la ruptura del Pacto Antiterrorista con el PP, la petición del Gobierno socialista al Parlamento de un cheque en blanco para negociar con la banda terrorista vasca, la renegociación del juez Pedraz y compañía en la Audiencia Nacional proclamando en sus sentencias que los etarras no son etarras o que el terrorismo no es terrorismo, la continua complacencia del Fiscal General del Estado con el terrorismo mientras hace aspavientos legales contra la gente pacífica, y, en fin, la persecución, acoso, desprecio, agravio, injurias y deslegitimación de las víctimas del terrorismo etarra, todos esos hitos de la política zapateril, se saldan con dos coches bomba en un mes. Pero ambos han estallado en Madrid, no en Barcelona. La negociación, por tanto, puede continuar.
 
Además de que los etarras mantienen con la Esquerra Republicana, los socios más entrañables, íntimos e indispensables de Zapatero, el Pacto de Perpiñán para no atentar en territorio catalán, el espíritu perpiñanesco dio hace pocos días otro paso al frente al declarar a la clase política fuera de la condena a muerte que los etarras mantienen contra el resto de los españoles. Socialistas, comunistas y separatistas se negaron a condenar en el Parlamento como propuso el PP esa discriminación positiva entre los políticos electos y los que les pagan el sueldo, incluso si no los votan. Y siguiendo con esa coreografía de la indignidad, acaso para animar al Gobierno a que siga cediendo, la banda etarra ha puesto otro coche bomba en Madrid. Esta vez parece que sin víctimas, pero eso ha dejado de tener importancia. En el coche bomba anterior, los cincuenta heridos fueron rebajados a cinco por el órgano “maestoso” de Polanco. Es posible, pues, que para la “Pravda” este nuevo atentado ni siquiera exista mañana. O que no suponga un ataque a la vida, la libertad y la tranquilidad de los madrileños sino una prueba más de que la negociación del Gobierno con los terroristas sigue adelante.
 
Sorprende, sin embargo, que en este ballet macabro una banda que en los últimos dos años, como dice (es decir, como miente) Rubalcaba, no ha matado a nadie y se halla en una situación difícil, pueda hacer estallar tantos coches bomba. Claro que como es el Gobierno el principal actor de la negociación, no faltará quien piense que alguien pueda ayudar a los etarras a demostrar una capacidad de destrucción que, hasta comenzar la rendición del Gobierno, no parecía tener pero que ahora conviene que demuestre. ¿La ha recuperado o le están ayudando a que lo parezca? ¿Estamos ante otro terrorismo de diseño, como el del 11M, o simplemente estamos teniendo suerte de que uno de estos movimientos coreografiados no se lleve por delante las vidas de docenas de personas? Por desgracia, como demostró la masacre que llevó al poder al PSOE, no son hipótesis excluyentes. Y lo único que tras el cerrojazo a la Comisión del 11M no merece el Gobierno de Zapatero es lo que pide: el beneficio de la duda. Pero, de momento, aquí los únicos beneficiados son los etarras. Y los habitantes de Cataluña y los políticos electos. Eso, hoy por hoy. Mañana, todo será peor.

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