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Federico Jiménez Losantos

Cosas de Pasqual, cosas del PSOE

Dice Ibarra que el respaldo público de Maragall a las denuncias de torturas contra la Guardia Civil, habituales siempre en los etarras, son “cosas de Pasqual”. Pues no. Serían cosas del político catalán si las desautorizara su partido. Al no hacerlo, las cosas de Maragall son las cosas del PSOE. Como las de Odón Elorza. Como las de Touriño. Como las de Antich. Como las de Pla. Incluso, en sentido afortunadamente contrario, como las de Vázquez y las de Bono. Pero si la línea de un partido es el resumen de las ocurrencias de todos los líderes, jefecitos y cabecillas territoriales, ni hay línea, ni hay partido ni hay nada.

Zapatero, en efecto, está llevando a su partido por el camino de la nulificación, por la vía muerta del oportunismo siempre que sea izquierdista y nacionalista. Cada vez se ve más claro que el día en que se cargó a Redondo Terreros obedeciendo a las presiones de González y Polanco, avaladas por Chaves, se cargó la referencia fundamental a España que era uno de los rasgos esenciales de su programa y que, sin ella, vuelve a ser algo parecido a la nada. Una nada pomposa, prisaica, megaprogre y superprogresista pero que no votaría nadie con una idea medianamente seria de la nación y de la Constitución.

Si los poderes fácticos dentro del PSOE pueden hacer lo que les dé la gana en materia de lucha antiterrorista, incluso colaborar abiertamente con los terroristas, el Pacto por las libertades, que fue la gran aportación de Zapatero a la vida política nacional, está muerto. Y sin ese pacto, votar al PSOE es jugar con España a la ruleta rusa. No sobrarán jugadores.

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