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Federico Jiménez Losantos

Crisis de Gobierno, Zarzalejos al fondo

Después de un año de trapisondismo criminoso, Arzallus ha convocado elecciones vascas agitando a su muñequito gubernamental articulado, J.J. Ibarreche, que, por cierto, al anunciar los comicios que venía negando contumazmente desde hace meses parecía esa señora del anuncio, aliviadísima después de su "momento all-brand". Es la prueba de lo mucho que creía en sus propios argumentos: si convoca ahora, ¿por qué no antes? En fin, lo que ha hecho el PNV hasta estas elecciones es tan repugnante como lo que probablemente hará a partir de ahora, con Ibarreche de delantero y árbitro, pero al menos tiene fecha límite.

Ahora le toca al Gobierno de España, este sí legítimo, dejar en libertad al candidato del PP, Jaime Mayor Oreja, actual ministro del Interior. Crisis que Aznar, en nuestra modesta opinión, no debería solventar con un solo cambio obligado sino con el de dos o tres ministros más cuya ineficacia o incompetencia están ya pluscuandemostrados. La reciente encuesta de "El Mundo" lo demuestra. Pero pese a sus alardes de humildad en "Blanco y Negro", Aznar está demasiado ensoberbecido como para hacer una concesión en su teatralizada voluntad de Poder, así que es de temer que no saque del horno ni a los ministros-pavesa.

Hace pocas semanas, Aznar quería hacer sólo un cambio, lo cual significaba extraer al neoministro de fuera del Gobierno o del segundo nivel gubernamental, no del Consejo. También hace un mes, el favorito era Acebes, pero entre tanto se ha embarcado en una reforma de la Justicia tan amplia que difícilmente la verá concluída y no parece razonable quitarlo antes de comenzarla. Arenas apetecería el cargo, lo mismo que Ruiz Gallardón, pero, por razones absolutamente opuestas, no es fácil que Aznar les conceda el sillón eléctrico del Paseo de la Castellana.

En estas condiciones y salvo en el improbable caso de que Martí Fluxá decidiera volver a la política, el favorito es Javier Zarzalejos. Sólo tiene un problema, pero muy grave: sostuvo la línea contraria a la de Mayor Oreja durante la tregua-trampa de ETA y el todavía ministro no lo puede ni ver, aunque ambos lo disimulen. Sucede que ni Mayor le quiere decir a Aznar quién querría cómo sucesor ni tampoco Aznar se lo puede preguntar. Entre galgos herméticos y podencos autistas, podemos tener dos Zarzalejos por el precio de uno.

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