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Federico Jiménez Losantos

Cuánto les cuesta ser decentes

pero ya apuntan datos de que medio Gobierno no quiere que ZP se exponga a algunas preguntas incómodas y a dar algunas respuestas que después lo retraten como mentiroso

Cuando uno tiene la birria de mayoría parlamentaria que disfruta o padece ZP, no puede permitirse ejercicios de arrogancia, sobre todo cuando le aproximan peligrosamente a las complicidades con el felipismo de los GAL, la Banda de Interior y otras alhajas. Era de sentido común que cuando Aznar va a declarar a la comisión, lo haga Zapatero, pero lo hace un día tarde, cuando ya Rubalcaba ha exhibido su peor cara, Cuesta ha insultado a Aznar, Moratinos ha confesado que incumplió las más elementales obligaciones ciudadanas no informando al Gobierno de sus noticias sobre el carácter islámico del 11-M, y el bombo de Polanco y la Orquesta y Coros de RTVE ya había facturado la especie de que Aznar tenía mucho que explicar y Zapatero nada que decir. En realidad, esta emboscada de 24 horas sólo ha conseguido que el PP denuncie que ZP en persona hizo de Rubalcaba intoxicando a diversos medios de comunicación con el bulo de los terroristas suicidas. Todo para, al final, ir arrastras en vez de ir por propio pie.
 
Esto es lo que parece hoy, pero ya apuntan datos de que medio Gobierno no quiere que ZP se exponga a algunas preguntas incómodas y a dar algunas respuestas que después lo retraten como mentiroso. Lo lógico, sin embargo, es que declaren los políticos y lo necesario es que declaren los confidentes y que vuelvan a declarar los miembros de la policía, la Guardia Civil y el CESID que o han ocultado la información que luego está apareciendo, o han cometido perjurio abiertamente o incluso conspiraron contra el Gobierno legítimo de España siendo funcionarios con gravísimas responsabilidades en materia de lucha antiterrorista. Dezcallar, la UCO, la UDYCO y otros personajes, entes y entidades tienen que volver a pasar por la Comisión, por el juez y por el detector de mentiras, aun corriendo el riesgo de romperlo.
 
Sin embargo, también hay que poner en el debe del PP su absurda renuencia, sus dudas y vacilaciones a la hora de respaldar la comparecencia de Aznar, que moralmente era inexcusable y políticamente necesaria. Aunque a unos mucho más que otros, cuánto les cuesta ser decentes a todos.

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