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Federico Jiménez Losantos

Del "Efecto Borrell" al "Efecto Trini"

Es verdad que las “primarias” del Partido Socialista, versión castiza y paródica de los “caucus” norteamericanos, fueron una estratagema de Almunia para conseguir en las bases del PSOE y en el conjunto de la sociedad española la legitimidad que el “dedazo” de González no le daba, más bien al contrario. Pero no es menos cierto que, desde que se puso en marcha el invento, la ciudadanía lo recibió con simpatía y los socialistas con entusiasmo, porque mostraba que la clase política todavía no se había olvidado de que está ahí para representar al pueblo y que es la gente la que elige a los políticos, no los políticos a la gente. Para el PSOE fueron como agua de mayo. Las encuestas certificaron un verdadero tifón en la opinión pública: el llamado “Efecto Borrell”, tan breve pero tan intenso como las tormentas tropicales y los maremotos indostánicos.

Es verdad que el “Efecto Borrell” se diluyó a la misma velocidad con que se formó y que el PSOE acabó tirando por la ventana el agua, la palangana y hasta el mes de Mayo, si admitimos la metáfora floral para el candidato presidencial que no llegó a serlo, entre otras cosas porque Polanco se lo cargó. Pero en el discurso socialista quedaron las “primarias” como una fórmula interna de legitimación de candidatos y también como una fórmula externa de legitimación de la actividad política que el PSOE ofrecía al conjunto de la sociedad española. Por cierto, una de las pocas decentes que podía ofrecer. El advenimiento de Zapatero a la Secretaría General del PSOE es, de alguna forma, el último resultado de ese ejercicio de democracia interna que, mal que bien, vadeó el charco de la sucesión de González. Aunque fuera el ex-presidente quien, se supone que a partir de una idea matinal de su colaboradora Trinidad Jiménez, promovió la derrota de Bono, favorito en las encuestas pero no en Gobelas ni en Miguel Yuste 40.

Curiosamente, ha sido la promoción de Trinidad Jiménez como candidata a la alcaldía de Madrid por parte del nuevo equipo dirigente del PSOE lo que ha provocado el colapso del sistema de “primarias” que el propio Zapatero ha venido defendiendo incluso como trámite necesario o deseable para su candidatura a las Generales del 2004. La inmediata hostilidad que en el aparato madrileño del PSOE ha provocado el lanzamiento mediático de la candidatura de Doña Trinidad y la reacción del “zapaterismo” anunciando que el Comité Federal ratificará (o no) a los candidatos elegidos por el partido, según le parezcan eficaces (o no) para vencer al PP, puede provocar, si no ha provocado ya, la definitiva inhumación de un sistema para cuyo funeral muchos políticos tenían ya encargado el luto y hasta las lágrimas de cocodrilo.

Si el “Efecto Trini” acaba con las “primarias”, estaremos ante la definitiva liquidación de ese principio de renovación democrática en nuestro sistema representativo que se denominó “primarias” y acabó produciendo el “Efecto Borrell”. Algo que ya hacía temer o presagiar un reciente, sorprendente y silenciado libro de Luis Yáñez, en el que, involuntariamente y entre mucho circunloquio, se revela cómo el hombre de confianza de Borrell no dejó de ser nunca un agente felipista en la Corte del Intruso. Acabáramos. Conociendo los orígenes del “Efecto Trini” nadie puede llamarse a engaño. Pero no deja de ser una lástima.

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