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Federico Jiménez Losantos

Despedir a todos y partir de cero

Una compañía como Iberia no puede sobrevivir en un mundo competitivo con un cáncer laboral, técnico y financiero como el SEPLA. No entramos ya a considerar las razones que en el pasado pudieran tener los pilotos. En lo único que no puede tener razón ninguna parte de una empresa es en cargársela, y el SEPLA hoy es en lo esencial un bomba de relojería contra Iberia. Si una vez privatizada y tras salir a Bolsa la compañía quiere sobrevivir, debe liquidar ese factor interno que la condena a una muerte acaso lenta pero segura y a una ruina progresiva de la que no se recuperará. La única solución legal es el despido en masa y la contratación de pilotos que acepten una reglamentación laboral estricta, unos sueldos razonables y la protección del usuario por encima de cualquier otra consideración. Todo lo demás será perder el tiempo.

Las razones del despido son evidentes: falta de cumplimiento de sus obligaciones más elementales y deliberada puesta en peligro de la continuidad de la empresa. Habrá qué ver cómo define "sabotaje" el Derecho Laboral y, sobre todo, habrá que preparar a la empresa y a la opinión pública para una temporada en blanco: el tiempo que lleve la renovación total de la plantilla de pilotos. Pero así como no es posible ni deseable matar moscas a cañonazos, tampoco se puede matar elefantes con granitos de arroz. Más pronto o más tarde, Iberia deberá coger el toro por los cuernos y la única forma de hacerlo la mostró Ronald Reagan en la huelga de controladores aéreos a comienzos de los 80. Está claro que el SEPLA no admite reformas. Sólo cabe, pues, la ruptura.

Tiene la empresa a toda la opinión pública a favor. Y tiene a unos nuevos accionistas de referencia suficientemente sólidos para afrontar una crisis que será también una inversión, ya que ese valor llamado Iberia jamás despegará en Bolsa mientras esté lastrado por el SEPLA. Está libre ya de los condicionamientos políticos del monopolio más o menos tutelado. Si todos los beneficios de un año no bastan para pagar las subidas de los pilotos, es señal de que ha llegado la hora de actuar. O lo hace rápido y a fondo o pasará como en la cirugía que llega tarde: finalmente se interviene pero cuando ya no tiene remedio. Ahora es muy difícil; mañana será imposible.

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