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Federico Jiménez Losantos

El alarmismo climático contra la propiedad privada (5): Noé, primer caso de alarmista climático y ejemplo de los que le siguieron

En algunas religiones y casi todas las sectas, existe una revelación sobre la vida y la muerte. Su ignorancia conlleva la condena, se salvan sólo unos pocos.

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Acierta Alejandro Kaiser al señalar la astucia de Der Spiegel cuando en la primera portada alarmista sobre el clima puso la catedral de Colonia anegada por las aguas, evocando el Diluvio Universal. No la sumergió para mantener el efecto dramático, aunque se alejara del relato bíblico. No sólo bíblico. Además del Gilgamesh, hay cientos de versiones en todas las culturas de un gran diluvio en venganza por los pecados de los hombres. La base histórica de nuestro Diluvio Universal está muy estudiada y aparecen a menudo restos del Arca. Pero sucede igual en latitudes lejanas, así que se trata de diluvios que afectaron tanto a las sociedades que los sufrieron que se convirtieron en símbolo y en escarmiento: nunca olvidar la ley de Dios. Pero, a mi juicio, lo realmente interesante del Diluvio son Noé y el Arca.

Noé aparece en el Génesis

Noé aparece en Génesis 5 como nieto de Matusalén, el más longevo de todos los humanos que parecen en el Antiguo Testamento desde Adán. Todos eran viejísimos: Adán pasó de los 900 años y Matusalén, hijo de Henok, fue engendrado cuando su padre tenía ya trescientos. Y tuvo más.

Como vivían tanto, engendraban sin prisa, aunque sin pausa. A los ciento ochenta y siete años, Matusalén engendró a Lamek, y aún vivió setecientos ochenta y dos, en los que engendró muchos hijos e hijas. Y dice el Génesis: "Resultaron, pues, todos los días de Matusalén, novecientos sesenta y nueve años; luego murió." (…) "Lamek tenía ciento ochenta y dos años cuando engendró a Noé, diciendo: este nos consolará de nuestro trabajo y de la fatiga de nuestras manos por el suelo que Yahvé maldijo". Se refería, naturalmente, a la expulsión del Paraíso de nuestros primeros padres y a la maldición a Adán: "Ganarás el pan con el sudor de tu frente". Pero las cosas rodaron de forma muy distinta para el hijo de Lamek.

Sucedió que Yahvé se indignó tanto viendo la tendencia al pecado de sus criaturas que decidió ahogarlas a todas: "He decidido el fin de toda criatura (…) y he ahí que voy a exterminarlos con la tierra". Pero Noé era "varón justo, perfecto entre sus contemporáneos", y decidió salvarlo. Como tenía tres hijos: Sem, Cam y Jafet, todos casados y con hijos, el plan tuvo que modificarse; y para salvarlos a todos, "le mandó construir un Arca".

Yahvé no se anduvo con simbolismos ni concedió a Noé libertad de interpretación: le dio las dimensiones exactas que debía tener el Arca y quienes debían subir a bordo, así como la forma de superar el diluvio:

"Fabrícate un arca de madera de ciprés, haz en el arca diversas estancias y embréala por dentro y por fuera con brea. De esta suerte la has de fabricar: longitud del arca trescientos codos, su anchura, cincuenta codos y treinta codos su altura (unos 125 metros de largo, 30 de ancho y 20 de alto). Harás al arca una lucera y un codo más arriba darás remate a aquella. Pondrás la puerta del arca a uno de sus costados; plantas bajas, segundas y terceras le harás. He aquí que yo voy a traer el diluvio de aguas sobre la tierra para destruir todo ser corpóreo en el que aliente un soplo de vida bajo los cielos. Todo cuanto existe en la tierra, expirará. Pero estableceré un pacto contigo, y entrarás en el arca tú y tus hijos y tu mujer y las mujeres de tus hijos contigo. Meterás además en el arca, de ente todo lo viviente, de todo ser corpóreo, dos de cada clase para conservarlos en vida contigo; serán macho y hembra; de las aves, las bestias y todos los reptiles de la tierra en sus respectivas especies, dos de cada clase vendrán a ti para conservarles la vida. Pero tú provéete de todo alimento comestible y lo almacenarás contigo para que os sirva a ti y a ellos de sustento". Hízolo Noé conforme a cuanto ´Elohim le había ordenado, tal hizo".

(Génesis, 6. Sagrada Biblia Cantera-Iglesias. BAC. 1975)

El Génesis no habla de los peces. Ni de cómo Noé y los suyos, tras construir el arca, atraparon tantas fieras y reptiles. Pero subieron y empezó el diluvio: cuarenta días y cuarenta noches; y la tierra quedó bajo las aguas:

"Las aguas, pues, crecieron muy mucho por encima de la tierra, de suerte que quedaron cubiertas todas las más altas montañas que bajo el cielo entero existían. Quince codos más arriba crecieron las aguas y quedaron cubiertas las montañas. De esta suerte expiró cuanta criatura bullía sobre la tierra, en aves, ganados, fieras y todo el pulular de seres que pululaban sobre la tierra, así como toda la humanidad. (…) Así fue exterminado cuanto ser existía en la superficie del suelo, desde el hombre hasta la bestia, el reptil y el ave de los cielos inclusive; quedaron exterminados, restando tan sólo Noé y lo que con él estaba en el arca. Ciento cincuenta días prevalecieron las aguas por cima de la tierra".

(Op cit. Génesis.7)

El diluvio bíblico fue el último

Fernando Díaz Plaja, en La biblia contada a los adultos, se habría explayado en los cinco larguísimos meses que anduvo sesteando Yahvé:

"Entonces se acordó Êlohim de Noé y de todos los animales y todas las bestias que estaban con él en el arca, e hizo pasar Êlohim un viento sobre la tierra, tras lo cual las aguas se calmaron. Se cerraron, pues, los manantíos del abismo y las compuertas de los cielos y el aguacero del cielo se paró. Con esto las aguas fuéronse retirando gradualmente de sobre la tierra, decreciendo las aguas al cabo de ciento cincuenta días. En el mes séptimo, el día diecisiete del mes, descansó el arca sobre las montañas de Ararat." (Gen.8) Y les dijo: "procread y multiplicaos" (…) "establezco, pues, mi alianza con vosotros y no será exterminada criatura alguna por las aguas del diluvio ni habrá más diluvios sobre la tierra." (Gen.9)

Este es un asunto esencial: no habrá más diluvios. De hecho, al poco tiempo, Yahvé se había convencido de que sus criaturas no tenían remedio, porque apetecían el mal y lo buscaban y perpetraban de todas las formas. Sin embargo, no recurrió, entre tantos castigos a su impiedad, al diluvio. Tal vez ése sea uno de los motivos de su encanto: sólo sucedió una vez. Y por eso, desde el Gilgamesh, se hable del Diluvio, uno y con mayúsculas. Una catástrofe que, por su carácter simbólico y ejemplar, sólo sucedió una vez. Para Noé y los suyos, el Diluvio fue una lotería: empezar la vida en la tierra seca y fértil, seguros de que no tener que volver a construir un Arca. Pero enseguida volvieron a las andadas, y la última imagen que tenemos de Noé es borracho y desnudo a las puertas de su tienda, mientras Cam se ríe y Sem y Jafet lo tapan piadosamente, "andando hacia atrás", para no verlo. El pecado siguió y el Antiguo Testamento es una mina de divinas venganzas. ¿Dónde está, pues, el encanto del mito casi universal del diluvio?

Una revelación para pocos y el juego de las casitas

A mi juicio, el encanto del arca es que supone un privilegio y un juego típicamente infantil. En todas las culturas, los niños juegan –o lo hacían antes del móvil– a las casitas. Y hacer una casa en una barca colma todas las expectativas de aventura. Es una tarea improvisada, encargada a gente sin experiencia, como los niños, y que los mayores no entienden. Sin embargo, el desdén de los adultos acarrea el castigo por su incomprensión. Sólo los niños se salvarán, sólo los que están en el secreto saben para qué sirve algo tan absurdo como una casa en una barca en un lugar donde no hacen falta la una ni la otra. Ese secreto los enaltece y les divierte. Todas las burlas de que son víctimas los fabricantes del Arca será castigadas con la muerte de los que se ríen de ellos. Venganza de Dios con crueldad de niño.

En algunas religiones primitivas y casi todas las sectas, existe una revelación sobre la vida y la muerte. Su ignorancia conlleva la condena de la masa amorfa. Se salvan sólo unos pocos elegidos, que avisan en vano a los ignorantes. Una ignorancia con las togas de la ciencia y la experiencia, pero sin la fe o la limpia intuición del que adivina el futuro en el presente.

Cambios en la trompetería apocalíptica

La idea de un apocalipsis climático, fruto de un cambio que ahora se debe al calentamiento, antes al enfriamiento, antes aún a la superpoblación –el mundo no podría alimentar a más de mil millones de personas, decían–, a la falta de combustibles fósiles, porque el petróleo y el gas tenían sus días contados, a la desaparición de la capa de ozono, a la nueva edad de hielo de hace cincuenta años, al deshielo de los polos de ahora, con su oso polar en su trocito de hielo, a las sequías, a las inundaciones, a la falta de alimentos, a la manipulación genética de los granos, al consumo de carne, al maltrato de los animales que comemos, al cultivo intensivo, a la falta de cultivos, a la superpoblación, a la caída de la natalidad… etcétera. Cambia el arma, la amenaza "científica" es la misma. E igual de falsa. Todas las predicciones de Al Gore en Una verdad incómoda resultaron falsas. Y la Greta que quería "provocaros pánico" aburre a los que ayer fascinaba. Eso sí: el negocio verde de sus padres le evitó la escuela y la ha hecho millonaria.

La realidad helada y la calentología mediática

La invasión de Ucrania por Putin y la crisis de la energía debilitan la demagogia climática en Occidente. Salvo Japón, las democracias orientales no la padecieron, y las dictaduras comunistas la aprovecharon. La política energética de la UE es grotesca. Alemania obtiene la mitad de su energía del carbón, y por el CO2 proscribe la nuclear. El 75% de Francia es nuclear, el 10% hidroeléctrica, pero reivindica el Acuerdo de París, que nunca cumplirá. Los USA afrontan las elecciones mid-term en recesión y con Biden y los dos billones contra el cambio climático…congelados.

La realidad ha enfriado el calentón ideológico neocomunista y el hervor político que marcan esta década. Pero los medios de comunicación siguen manipulando descaradamente los datos del clima. Y la estrategia Thumberg de aterrorizar a los niños puebla los libros y las escuelas. Y es que el relato, como ahora se llama a la propaganda, sigue siendo verde. Mientras esto no cambie, Noé y el Arca seguirán siendo modelos políticos.

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