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Si un banco le perdona mil millones a un particular, sea cual sea el banco y sea cual sea el particular, está robando mil millones a sus accionistas y está estafando a la sociedad que cree que es un banco y no un mostrador de favores a costa del prójimo. Ese robo o estafa suele acabar con los huesos del responsable bancario en la calle o en la cárcel, o en ambos sitios y por ese orden. Sólo en los países salvajes, donde el Estado de Derecho no existe, un banco puede sacar el dinero de los bolsillos de sus impositores y ponerlo en la faltriquera de un amigote, familiar o padrino político. Pero hay un lado salvaje de los países civilizados que es el de la financiación de los partidos políticos, donde rige la ley de la selva. Y quien dice selva dice “mafia” en Italia, antes de la Operación Manos Limpias que se llevó por delante la República. O dice, en España, Sierra Morena. Desde Filesa hasta este informe del Tribunal de Cuentas que hoy empieza a desvelar Libertad Digital, una serranía de atracadores nos contempla.

Esta misma semana hemos podido comprobar lo que siempre sospechamos, que era la organización legal del PSOE, con su responsable de finanzas Galeote al frente, la que se desdoblaba en la organización ilegal de Filesa y cobraba en Suiza cientos de millones en comisiones por el AVE, a cuenta de la corrupción política socialista, pero a costa de los contribuyentes que luego tenían que pagar el AVE, más el IVA de la comisión, el convoluto del embajador alemán y el trapicheo generalizado, de Siemens a Filesa y de Berlín a Madrid, pasando por Sevilla y Barcelona. Pues bien, hay al menos un banco o caja de ahorros en España que también ha “regalado” mil millones al PSOE, no sabemos si porque roban a medias el cajero y el político o porque esos mil millones se traducen en una prevaricación de mil millones como mínimo, que al final siempre paga el contribuyente.

España se asienta sobre un sistema democrático que es el de la monarquía parlamentaria y un modelo de economía de mercado basado en la propiedad privada. Si los políticos emplean su legitimidad representativa para saquear los bolsillos de los ciudadanos a través del sistema bancario, no estamos ante un escándalo más, sino ante la quiebra a mayor o menor plazo de todo el sistema. No es un escándalo más, es el escándalo por antonomasia: usar la democracia para robar. Es el escandalazo.

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