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Decíamos ayer -en periodismo, anteayer- que en el PSOE se estaba subsanando el problema del liderazgo, tanto por los aciertos de Zapatero como por las ganas generalizadas de perder de vista a Felipe González, pero que en cuanto a programa político se refiere, lo único bueno es lo que ni es nuevo ni es suyo, o sea, lo que copia del PP y lo que sigue siendo suyo es precisamente lo que debería cambiar.

Sin embargo, por lo que estamos viendo en los primeros escarceos del debate sobre Presupuestos, pensar y andar o actuar y meditar no son funciones que Zapatero sea capaz de realizar de forma simultánea y armoniosa. Después de sorprendernos con la novedosa teoría de que bajar los impuestos es de izquierdas, ayer volvió el PSOE a la desdichada cantinela de que el déficit público no es algo contra lo que vale la pena combatir sino con lo que da gusto convivir. Hace veinte años, dentro de la más ortodoxa y ruinosa tradición socialdemócrata, Solchaga decía lo mismo de la Inflación, madrastra del Déficit Público. Sorprende que el nuevo PSOE critique por anticuada la lucha del Gobierno Aznar contra el déficit presupuestario cuando es mucho más vieja, más estúpida y más contraria a la competitividad y a todas las buenas costumbres económicas que nos manda Europa esa ideología de los beneficios sociales del déficit, burda excusa para la incuria administrativa y la arbitrariedad política.

Zapatero está a punto de fundar algo que, si se nos perdona lo personal de la metáfora, podría llamarse el socialismo remendón. Consiste en echar un parche de palabrería sobre otro parche de pragmatismo, parche sobre parche, para tapar un agujero teórico por el que asoma en su obscena desnudez el dedo gordo de la patita colectivista. Pero no se puede decir en domingo que bajar los impuestos es de izquierdas, es decir, justo y benéfico, mientras el resto de la semana se predica el desorden presupuestario como una aportación positiva al bienestar de las clases populares. Los liberales del siglo XIX proclamaban el "santo temor al déficit" como la piedra angular de todo Presupuesto decente y solvente. "¡Lejos de nosotros el santo temor al déficit!", parecen proclamar los socialistas españoles, de los que ya no se puede decir ni siquiera aquello de Fraga: que sólo aciertan cuando rectifican. Estos socialistas remendones son incapaces de acertar, quizás porque, en el fondo, ni pueden, ni saben, ni seguramente quieren rectificar.

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