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Federico Jiménez Losantos

Entre la reacción nacional y la revolución institucional

El problema político no está en la derecha, sino en España. Y por culpa de Gobiernos de PSOE y PP. La izquierda, traidora a la Nación, es la culpable.

El problema político no está en la derecha, sino en España. Y por culpa de Gobiernos de PSOE y PP. La izquierda, traidora a la Nación, es la culpable.
EFE

No creo que las elecciones de hoy decidan definitivamente el dilema que desde hace cuatro años afronta España: una revolución que desde las propias instituciones dinamite el orden constitucional o afrontar ese movimiento subversivo que encabeza el PSOE y teledirigen ERC, ETA, PNV y Podemos, organizando con los tres partidos leales a la Constitución -PP, Vox y Cs- una decidida reacción nacional. Sea cual sea el resultado de hoy, los españoles tendrán que elegir entre la revolución o la reacción.

Intereses de partido e interés nacional

Sánchez ha hecho algo más que desenterrar a Franco: ha resucitado el problema al que se enfrentaron las derechas españolas -tan fragmentadas como hoy- en 1936: reaccionar ante la apisonadora revolucionaria o tratar de contemporizar con ella por si se amansaba, que no se amansó. Por ahora, ni el separatismo vasco, ni el pancatalanista, ni sus aliados comunistas -de Podemos a la CUP- van a renunciar a lo único que los mantiene unidos, en torno a un PSOE que es a la vez secuestrador y rehén: derribar el régimen constitucional del 78. Y hoy, tal vez desde hoy eso tendrá que cambiar, las derechas no quieren afrontar juntas el peligro. Por huir de una polarización en el presente, aseguran una polarización mayor en el inmediato futuro. Por no renunciar a sus intereses de partido pueden perder partidos e intereses.

En toda esta campaña, los tres partidos enfrentados a Sánchez y sus socios separatistas y comunistas han demostrado un egoísmo partidista por encima de cualquier interés nacional. Su horizonte real, no retórico, nunca ha sido echar del Poder a la Izquierda sino encabezar la Oposición de las Derechas, hasta que el empeoramiento económico y el desgaste político facilite una alternativa comodona, a lo Rajoy, por fallo del contrario. En el rajoyismo se ha encerrado, sin necesidad, Casado. En su perplejidad se ha agitado Rivera. En su papel de alternativa de sistema se ha instalado Vox. Ninguno, solo o acompañado, se ha visto capaz de ganar a Sánchez. Si salta la sorpresa y pueden formar Gobierno, serán los primeros en sorprenderse.

La absurda rajoyización del PP

El PP no ha creído nunca que España sumara, sino que la España no socialista debería sumarse al PP. Rivera, que a quien debe sumarse es a él. Y Abascal, seguro de que su momento aún no ha llegado, ha hecho una buena campaña para fortalecerse en la oposición, no para llegar al Gobierno. La ventaja de Vox es que la Ley de Memoria Histórica, las Autonomías, la Ley de Violencia de Género y el asalto a la tumba de Franco, que deberían haber movilizado a los dos partidos más importantes hasta hoy, PP y Cs, los han paralizado. Y esa parálisis para defender lo que muchos de sus votantes piensan puede permitirle a Abascal, que lo ha hecho gallardamente, pasar de Pepito Grillo del sistema constitucional a única alternativa u oposición real a la revolución que se nos viene encima.

Cuando Ana Pastor -la que se dice amiga de la Pastor de Ferreras- dice en La Sexta que "lo mejor que le ha pasado a España es el Estado de las Autonomías", cualquier exvotante del PP y muchos que aún lo votan podrán pensar que eso es lo mejor que le ha pasado a la Izquierda: tener de socio al PP, pero no a España. La radicalización del Doctor Cum Fraude es lo único que invita al voto útil a Pablo Casado. Y no en todos los distritos.

Si Ana Pastor, la Número Tres de Rajoy -las dos Niñas Ashishinas siempre por delante- es la Número Dos de Casado por Madrid, cabe pensar que Rajoy sigue de Uno. No sé si el PP acierta en esta estrategia electoral de hacerse el muerto, porque ese es el estado de la derecha social española: vegetativo. Lo dudo, porque si estuviera muerta nunca habría emigrado a Ciudadanos y Vox. Pero, en todo caso, el problema político no está en la derecha, sino en España. Y por culpa de los Gobiernos del PSOE y del PP. La izquierda, traidora a la Nación, es la culpable. Pero, ¿cabe confiar en el PP para hacer frente a esta liquidación nacional? Esta noche sabremos, al contar los votos de Vox, cuántos dejaron de confiar para siempre en el PP.

Sánchez tiene difícil remedio

Tal vez hoy empiece el eclipse, no extinción, de Ciudadanos. Es una mala noticia para los españoles en general y la derecha en particular. Pero, salvo milagro en las urnas, el liderazgo de Rivera parece amortizado. Dada la lealtad que Inés Arrimadas siempre le ha mostrado, será el propio Rivera el que, con el desaparecido Villegas, organice su sucesión.

Y puede que el personaje más siniestro de la política española, que es Pedro Sánchez, tenga hoy en las urnas los 140 escaños para los que nos ha hecho volver a votar. No lo creo, pero si así fuera, mientras el que mande en el PSOE sea el PSC, seguirá comprometido con el golpismo catalán y acaudillará el derribo, a corto o medio plazo, del orden constitucional. Es verdad que se trata de un político sin escrúpulos, que, si le conviene, puede abrazar cualquier causa. Pero desde que los peores enemigos de España y de la Libertad lo pusieron en Moncloa, nunca le he visto abrazar una buena.

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