Poco dura la virtud en casa de Celestina. Ni tres días ha durado el pacto del Gobierno socialista con la Oposición liberal-conservadora. Por lo visto, la palabra de Zapatero es caducifolia y su sinceridad digna heredera de la de Tigrekán II de Mongolia, o sea, Felipe González, que la última vez que dijo la verdad fue... ¿cuándo fue? Ni nos acordamos. Lo malo de este Gobierno de nuestros pecados ( y de los crímenes del 11-M) es que tiene tanta prisa en dejar de ser decente que hace más ruido rompiendo los acuerdos que firmándolos. ¡Con lo contento que estaba Rajoy! Poco dura la alegría en casa del pobre. Nuestro gozo en un pozo.
Es difícil desmentir de forma tan torrencial un acuerdo tan de charquito. Blanco ha dicho que el pacto PSOE-PP “no va contra nadie”, cuando es evidente que se ha hecho contra el plan separatista de Ibarreche. López Aguilar ha dicho que no piensa recurrir las ilegalidades de Atucha ni tampoco rectificar en su propuesta de legalizar referenda ilegales, como sabiamente previó el PP viéndose venir la ibarrechada. Montilla ha asegurado a Rovireche que ellos siguen siendo “socios preferentes” del Gobierno de Madrid o de España, ciudad a la que boicotean y nación que niegan y a la que execran. En estas circunstancias, ¿qué puede hacer Rajoy?