Menú
Federico Jiménez Losantos

He ahí la Izquierda: pisando sangre y tan sonriente

Tenemos a una Izquierda que transita entre la comprensión por el terrorismo palestino y la abierta admiración por el crimen como religión de Estado, por esa forma pintoresca de comunismo, no menos sangrienta por más folklórica, que preside Castro en Cuba

Manuel Chaves representa de forma patéticamente perfecta a la Izquierda llamada democrática en los comienzos del siglo XXI. ¿Pero llamaríamos democrática a una derecha que tuviera por modelo a Franco y proclamase su fascinación por Mussolini o Hitler? Evidentemente, no. Supondríamos que su modelo político seguía teniendo como referentes a la policía política, el socialismo nacional o la brutalidad racista. Tal vez por eso no existe y, en España, menos aún que en cualquier país de Europa. En cambio, sí tenemos a una Izquierda que transita entre la comprensión por el terrorismo palestino y la abierta admiración por el crimen como religión de Estado, por esa forma pintoresca de comunismo, no menos sangrienta por más folklórica, que preside Castro en Cuba. A las cárceles donde vegetan pálidos, sobreviven febriles o sombría y tristemente mueren sus miles de presos políticos no llega la música para turistas de la Isla. Compréndase que su entusiasmo por el régimen que, por querer la libertad, los mata en vida, sea muy limitado.
 
¿Y a qué se debe el entusiasmo de Chaves con Castro, a qué obedece su proclamada "fascinación" por el asesino en masa que más años lleva atropellando la vida y la libertad de los cubanos en un español perfectamente inteligible y que imposibilita cualquier malentendido? Sin duda a la complicidad de fondo que sigue observando la Izquierda con los cientos de miles de asesinatos perpetrados por el socialismo real en Cuba, desde los miles de fusilamientos dirigidos por el argentino Ernesto Che Guevara, que nunca había pisado La Habana y se convirtió en juez y verdugo de miles de cubanos, hasta los últimos náufragos que huyendo del fascinante paraíso que encandila a Chaves hayan sucumbido, tal vez lo estén haciendo en este mismo momento, a los tiburones del Estrecho de La Florida. Seguramente Chaves no haría nunca en Andalucía lo que hace Castro en Cuba, pero siempre cabrá la duda de si es porque no le apetece o porque los andaluces no se dejarían. Moralmente, ha asumido el asesinato permanente de la vida, la hacienda y la libertad de millones de cubanos. Realmente, ha atacado con  tanta vileza como cobardía, en presencia del Verdugo del Caribe, al PP, es decir, a los españoles que lo combaten. Es un honor para el partido de Rajoy. Es una demostración de cómo la Izquierda, siempre encantada de haberse conocido, puede estar en un sitio pisando sangre y sonriendo. Ese sitio es Cuba. La sonrisa ante el crimen es el PSOE.

En Internacional

    0
    comentarios